En memoria de Rubén Darío Trujillo

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Por Pablo Emilio Obando
peobando@gmail.com 
Conocí a Rubén Darío hace cerca de diez años
en el INEM de Pasto, su pasión siempre fue el periodismo, se distinguió siempre por su innata vocación hacia todo aquello que
significara comunicación. Con su timidez característica se acercó una tarde a
solicitar hacer parte del equipo de comunicaciones de la Emisora Escolar
; su
profesionalismo nos dejó a todos con la certeza de estar frente a un periodista
de larga y reconocida trayectoria.
  Desde
entonces no abandonó los micrófonos, las cámaras y su emisora.  Al poco tiempo ya era el maestro de sus
compañeros, los alentaba a seguir adelante, a vencer su timidez, a expresar sus
ideas y opiniones frente a un micrófono. No hubo poder humano para convencerlo
de que su camino no era el periodismo y desde entonces se hizo el propósito de
estudiar comunicación social y convertirse en uno de los mejores de nuestra
región.
Con esfuerzo y sacrificio realiza sus estudios
de comunicación social en una universidad local.  Recuerdo como en una ocasión nos reemplazó en
una de nuestras clases, acompañado de su gran amigo Henry, y con su testimonio
de vida convenció a muchos adolescentes que la única batalla es la que no se
da, que únicamente está vencido quien se rinde ante las dificultades de la
vida. Arrancó algunas lágrimas y muchos aplausos para luego simplemente
abrazarnos y llorar al recordar esos días en que renunció transitoriamente a
sus sueños por falta de recursos económicos

Pero no se dió por vencido y con el apoyo de su familia y con su propio
trabajo logró cristalizar el sueño de ser un profesional de la
comunicación.  En verdad que quienes
conocimos a Rubén siempre admiramos su don de gente, su característica
vehemencia para reclamar lo suyo, su voz altiva cuando de defender sus derechos
y los de los demás se trataba.
Trabajamos juntos en muchos proyectos: en el
periódico escolar, en el programa de televisión, en la emisora escolar, en el
programa radial y en esa forma tan suya de preparar a los adolescentes para
enfrentarse a un micrófono o a una cámara de televisión
.  Sin duda alguna era una de las mejores
promesas de nuestra región. Hizo, radio, televisión, edición y era uno de los
mejores libretistas que he conocido. Sus
inquietudes lo llevaron al teatro representando a Nariño en muchos escenarios
de Colombia. Pero también era un mago
con los equipos, que armaba y desarmaba dejándonos perplejos y admirados de su
habilidad, y siempre esa risa que a todos contagiaba y que nos alentaba a seguir
adelante en medio de las vicisitudes.
Hoy nos sorprendió la noticia de su muerte, de
su asesinato, en la puerta de su casa por un criminal que no merece si no el
repudio ciudadano. Murió en plena primavera, siendo semilla y siendo
promesa. Nos duele esa muerte porque en
cierta forma es la muerte de una sociedad indolente con el talento de los
jóvenes, la expresión taciturna del poco valor de la vida en Colombia
. Únicamente nos resta exigir justicia, que
unamos nuestras voces para clamar se nos restituya en ella la credibilidad en
las autoridades judiciales. A su familia
nuestras voces de condolencia, a sus amigos esperanza y resignación y a todos
nosotros fe en la juventud para que no los dejemos solos y emprendamos juntos
el camino de una nueva sociedad.  Hasta
luego, o hasta siempre Rubén… pero ¡!!cómo nos duele tu muerte!!! ¡!!Cómo
lacera tu adiós!!!.

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