Falleció el periodista pastuso Jorge Luis Cabrera Cabrera

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Este sábado en
horas de la madrugada en su lugar de residencia ubicado en el barrio las
Américas de la ciudad de Pasto falleció el profesor y periodista pastuso Jorge
Luis Cabrera Cabrera
.

Jorge Luis Nació
en Pasto el 3 de abril de 1952
. Adelantó estudios secundarios en la Institución
educativa Champagnat, en donde se graduó de bachiller en 1969.
Estudió licenciatura
en física y matemáticas en la Universidad Libre de Colombia, comunicación
social comunitaria en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD
y una especialización en ciencias políticas en la Universidad Nacional de Colombia,
sede Medellín.
Trabajó como
docente en la Institución educativa municipal Cristo Rey de Pasto y en la
Institución educativa Santa Teresita de Tumaco.
Fue director
del programa radial “Ideas en movimiento”
que además se transmitía por los
canales locales de televisión.
Gracias a su estilo
periodístico caracterizado por decir las cosas con la verdad y sin tapujos
acompañando sus mensajes de las tradicionales melodía sureñas y siendo dueño además
de una permanente sonrisa y un destacado humor, se había ganado con cariño el
apodo de “El Camello” con el cual lo identificaba sus amigos y colegas
.
Su velación se realiza
en la Sala de Jardines de Las Mercedes de Pasto y sus honras fúnebres se cumplirán este
domingo en el templo de San Felipe de la capital nariñense.
Nuestras voces
de condolencia a su esposa Fabiola Insuasty, a sus hijas Luz Elena, María
Antonia, Sofía, Valeria, y Karen.
Paz en la tumba
de Jorge Luis Cabrera Cabrera.
El candidato a
la Cámara de representantes Jaime Rodríguez Torres, enterado de la muerte de su
compañero, en su cuenta de la red social Facebook, escribió:
Jorge Luis
Cabrera Cabrera…el “MeJorge”.
¡Presente…Presente…Presente…Siempre
presente!
En honor a un
ser humano genuino, sin dobleces, nuestro hermano “Camello” va este
fragmento de la novela: “Los secretos del río”
…”Lo
cierto es que siempre he querido y admirado al Camello. Lo conozco desde que
éramos adolescentes. Lo vi meterse a profundidad con toda la bohemia y el
resplandor del 68. Justo en ese año ambos cumplimos los 15 años. Luego
iniciamos juntos la universidad queríamos ser profesores de matemáticas. El
abandonó la carrera y se fue a los montes de Ortega en el municipio de Buesaco
a ponerse a órdenes de Juan Espada un aguerrido líder agrario de la Asociación
de Usuarios Campesinos

El Camello participó en las luchas rurales durante
algunos años, fue detenido y torturado, pero no lograron condenarlo. Entonces
regresó a la vida urbana y se enroló como profesor de Matemáticas y de
inmediato se metió al sindicato de maestros
. Por mi lado yo estudie mi carrera completa
en paralelo con el ejercicio de la Música. Durante 5 años fui bajista, corista
y cantante de una orquesta de salsa muy querida por la juventud del momento. Al
terminar la universidad ingresé al magisterio y de inmediato también fui
elegido dirigente del sindicato. Allí nos volvimos a encontrar con el Camello.
Fueron los años de la lucha en las calles, años duros, pero de un inmenso
encanto “los años del tropel”, les decíamos. 

Los gobiernos eran en extremo
débiles y reaccionarios y nuestras luchas cívicas, vigorosas e imaginativas,
por más que fueran perseguidas, siempre salían triunfantes. La magia que
acompaña a la utopía se alineó de nuestro lado y fertilizamos a hadas y
hechiceras para que jugaran en confabulación con nuestras locuras y de allí brotaran
frutos generosos
. Durante dos décadas, en medio de gases lacrimógenos, vidrios
rotos a pedradas, detenciones masivas, torturas, huelgas de hambre y cantos de
esperanza, acumulamos conquistas para los maestros y para muestra comunidad más
pobre.

La guerrilla no
tenía casi ningún peso en el país. Los paramilitares no existían y el
narcotráfico, apenas iniciaba con el negocio de la marihuana.
Con el correr
de los años, el Camello logró dedicarse a lo que más le gustaba, se hizo
periodista
. Fundó radio periódicos, acompañó emisoras comunitarias, se
entusiasmó con el campo de la investigación periodística y terminó graduado en
comunicación social en otra universidad.
Pero si algo lo
dominó sin remedio fue la pasión por las mujeres. Se enamoraba de toda falda,
tuvo compañeras sentimentales permanentes y en ellas: hijas. Nunca tuvo hijo
varón. Cuando le conté la historia de Margarita, la maestra de la escuela de
Paso Real, quedó encantado con ella, escuchaba absorto mis relatos sobre el
tremendo coraje de Margarita defendiendo a sus estudiantes en medio de los
combates entre guerrilla y paramilitares, de cómo los encaró sin temor alguno y
los obligó muchas veces a que se retirasen de la escuela y respeten la vida de
los niños, de cómo sufría y luchaba para que los campesinos, los padres de sus
estudiantes, no se rindieran a pesar de las adversidades. Margarita lloró
amargamente muchas veces contándome del desarraigo obligado entre los
campesinos y su fascinante río Patía. Como ella decía: el río padre, el río
abuelo, tatarabuelo de todos los que han habitado en su cuenca generosa.
¿Cuantas historias olvidadas o no contadas, cuantos secretos guarda el
río?
Con información
del periodista Oswaldo Florez Andrade.

Author: Admin

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