Gómez
junio de 1992 andaba yo recogiendo material y elementos que me ayudarían a
escribir una novela. Una de mis escalas era Popayán, en la que siempre había
marcado parada para tanquear mi Suzuki ganado en una rifa del colegio donde laboraba,
tomar algunos alimentos con mi esposa y mis hijas y continuar con nuestro viaje
a visitar a nuestras familias ampliadas de Sandoná.
Jamás nos quedaba tiempo
para algo más: de ida era la premura por los abrazos familiares; de regreso, el
inicio de nuestro trabajo y estudios. En esta ocasión viajaba solo. Me hospedé
en un hotelito y salí en búsqueda del escritor nariñense Carlos Bastidas
Padilla (quien ya había ganado su Casa de las Américas con su garciamarquiano
libro de cuentos Las raíces de la ira). Fue Carlos Bastidas quien esa tarde me
presentó a Guido Enríquez y a sus amigos de la Tertulia payanesa.
es amigo imprescindible. Y desde entonces he conocido Popayán y una parte de la
historia de Colombia de la mano de su sapiencia culta. Cada recoveco, cada
inscripción o cada rincón de museo es un referente para que este excelente
humanista payanés, lo ubique a uno desde el siglo XIX colombiano (o antes) lo
pasee por el loco s. XX y lo transporte a este s. XXI, porque nuestra historia
del s. XIX tuvo su epicentro en Popayán ya que casi todas las guerras de la
patria –cargadas de ambición y mezquindad tanto como la de hoy- comenzaban en
Pasto o Popayán o simultáneamente. Pasear por cualquier calle de la ciudad con
Guido es caminar por el mundo de la historia, la antropología, la pintura, la
escultura, la arquitectura, la música, la literatura universales, con la
gastronomía y la cultura en general de su pueblo caucano y payanés.
de la Universidad del Cauca, entre sus traducciones, publicadas por varias
editoriales latinoamericanas, es muy bello su Gran Canto de Salomón (conocido como Cantar de los Cantares) desde
el idioma original en que fue escrito por el sabio y progresista rey. Domina el
alemán, francés, griego hebreo, inglés, italiano, latín y portugués y tiene
alrededor de una veintena de libros publicados en temas de historia, literatura
y hasta de derecho aduanero, como abogado que también es. De esas mismas
traducciones, Guido tuvo la idea de enviar a sus amigos un poemario, tarjeta de
navidad, para el 2013 que acabamos de pasar, con poemas o bellos fragmentos latinos, griegos,
franceses, ingleses y otros, de sus propias traducciones publicadas por algunas
editoriales. Así se lee en su Flores y frutos de lejanos huertos, que sus
amigos nos gozamos este fin de año: “¿Qué puede hacer la ley donde reina el
dinero?/ ¿Acaso la pobreza podrá vencer jamás?/ El que maneja siempre las
cínicas monedas/ no teme hacer comercio de la misma verdad./ El foro no difiere
del público mercado/ y el que juzga las causas aprueba la maldad”, escribía el
gran Cayo Petronio Arbiter, (arbiter elegantiae, árbitro de la elegancia),
aunque él mismo pertenecía al gran séquito de Nerón. ¿Estas líneas lo
malquistaron con el emperador y lo llevaron al “acostumbrado” suicidio romano?
Los poetas siempre han sido sospechosos, aun en La República, de Platón, que
fue quien previno a los gobernantes, de ellos.
respuesta, claro que tardía, a tan particular tarjeta de navidad y el reconocimiento
al escritor Guido Enríquez Ruiz de parte de sus amigos, hasta que Popayán y el
Cauca se lo tributen.
narrativa.- Menores de 35 años. Fecha límite para presentar las obras: 14 de
marzo de 2014. Informes www.pencolombiadeescritores.com y
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