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Remembranzas consaqueñas
Lengua de nuestros aborígenes
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

Los indígenas de estos contornos tenían una lengua dominante que era el kamsá o antiguo quillacinga (actualmente se habla en una comunidad del valle de Sibundoy), que logró sobrevivir hasta finales del siglo XVI, pero fue desapareciendo por que fueron adoptando primero el quechua, implantada por los Incas cuando invadieron estos territorios, y luego por el castellano impuesta por los invasores españoles. Hoy, según los eruditos en el tema, no se conoce ningún vocablo de la lengua quillacinga, pues sufrió la misma suerte que sufrió la región en su debacle poblacional.

La lengua que hablaron los habitantes de la región de Consacá, implantada entonces, es  el  quechua, pero  con un área  lingüística denominada lascisuna o laguna relacionada, con expresiones que aún subsisten en nuestr área regional: achichai (sentir frio), achichuy (sentir calor), achucarse (atorarse), atatai (asco), Cajabamba (llano de las rocas), callana (cazuela de barro), carisina (inhábil), cocha (laguna), cueche (arco iris), chamba (zanja), chuma (borrachera), chagra (parcela), chimba (trenza de cabello), chucha (cobarde), churo (caracol), Churupamba (llano de caracoles), guagua (niño), guambra (joven), guaricha (mujer no muy honesta), guato (pequeño), huaca (entierro, tesoro), ñapanga (muchacha honesta), Paltapamba (llano de aguacates), Piarán (sitio del desafío), pite (pedazo), Pitiurco (cerro pequeño), Rumipamba (llano de piedra), sungo (hígado).

A propósito de estas voces creo que deben conservarse exactamente para un estudio filológico de la lingüística de nuestros aborígenes, porque actualmente esta comunidad que trata de resurgir, no habla esta lengua materna, los pocos antecedentes se resumen a unas cuantas palabras y aunque se habla de la existencia de una lengua independiente y única como la quillacinga, es lamentable que no haya permanecido en el tiempo y de generación en generación, lo cual ha desencadenado en falta de datos para tratar de dilucidar nuestra verdadera identidad.

Y es que las lenguas aborígenes constituyen parte el patrimonio cultural inmaterial de los pueblos que las hablan, son la base de su pensamiento, en ellas hay conocimientos científicos, de costumbres y de cultura general.

En Consacá es mínimo lo que estamos haciendo para preservar la autenticidad secular. Miramos inermes la reelección inmediata de la autoridad del cabildo ancestral, el impulso de ceremonias ajenas a las costumbres de la comunidad indígena local y la participación activa en procesos de carácter electoral, actuaciones que jamás se presentaron ni pertenecen a la usanza tradicional.

Recuperar la lengua autóctona sería lo ideal, sin olvidar que preservarla significa preservar una herencia común y también llevadera a nuestra sobresaltada sociedad actual.

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