Hacia el bicentenario de la Batalla de Bomboná 22

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Remembranzas consaqueñas
Fidelidad deportiva
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

La liga colombiana es una porquería, dice el periodista Julián Rodríguez, refiriéndose al fútbol profesional. Ahora toca mencionar la fuente para no pasar por lo que está pasando Jennifer Arias y su fórmula de tesis doctoral, a quien entre otras cosas, y desafiando al inerme pueblo, llevó a un alto cargo en la corporación donde ocupa el banquillo, perdón, la silla presidencial.

Y es que hubo épica jornada eliminatoria. Sucedió que perdieron los tres que tenían que perder y ganó el que tenía que ganar para ubicarse en la última casilla y clasificar al octogonal, eso sí, con severa goleada a un equipo que a lo largo del torneo había demostrado suficiente regularidad. No genera dudas ni la goleada ni la clasificación, sino el esquema implantado para determinar el campeón de la liga profesional.

Hablando de fútbol, confieso que en mis afectos por equipos no ha existido mucha fidelidad. Hincha del Real Madrid, lo abandoné cuando relegaron a una figura connacional; hincha de Colombia, la abandonaba cuando no clasificaba o cuando la eliminaban en el torneo mundial y pasaba de hincha de Brasil por su juego atractivo, pero que abandoné a raíz de los lloriqueos y bravuconadas de su figura estelar; hincha del Santafé, lo abandoné cuando descolló el deportivo Pasto en el balompié profesional.

Ahora, como diría el togado, descendiendo al fútbol municipal, a pesar que le cambiaron el nombre, ahí si, soy hincha firme de un club fundado por un grupo de amigos de barrio liderados por mí padre por allá en 1966, al que lo llamaron Libertad.

Cual heroica batalla, en tardes dominicales dignas de rememorar, se enfrentaba a sus rivales en la cancha que en ese entonces se encontraba donde hoy está el parque central, después de recoger papas, cebollas, habas y cuanto resto quedaba del mercado semanal que se desarrollaba en el mismo lugar. Creo que las barras de esa época se adelantaron al VAR, porque se volvía una batalla campal para lograr, eso sí a golpe limpio, el cambio o la toma de una decisión arbitral.

Luego se pasó al estadio municipal, campo en donde ha resultado complejo construirle un drenaje y, en consecuencia, cuando llueve se encharca y no se puede jugar, limitando la diversión consaqueña de asistir semanalmente a observar el torneo de fútbol local.

Llega a mi memoria una escena propiciada por un amigo a quien llamamos el Mosco, cuando vulnerando encierros y protocolos de bioseguridad, armado de una guadaña y frente a un improvisado camarógrafo, difundió imágenes derribando malezas en la cancha de fútbol que habían tapado incluso los bancos de madera del sector occidental, atrayendo a personas que se unieron a su causa social.

No hay que culpar a quienes tenían el deber de hacerlo, pues estaban respetando cabalmente el confinamiento ordenado por el gobierno nacional, que para entretener al pueblo había ideado un programa televisivo diario para informar los pormenores de la pandemia y de la acción para contrarrestarla a nivel estatal, pero que se volvió soso y lo terminaron después de una revuelta popular. Y no guanan, como pregonaba en un discurso el político intelectual o más bien el intelectual atrapado en las redes de la política tradicional

Consacá, 26 de noviembre de 2021

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