Visión de mujer

Por Elsy Melo
Maya

Otro de los
graves problemas que se enfrenta no solo en Colombia sino en todo el mundo, es el
abuso sexual, el maltrato y la discriminación de que son objeto las niñas,
situaciones éstas que unidas a otros delitos que se cometen en su contra, se
constituyen en los principales obstáculos que frustran sus proyectos de vida y
las vuelven aún más vulnerables ante todo tipo de violencia en su contra.

A pesar de esta
realidad, lo preocupante es que todavía es incipiente la información que brinde
certeza sobre la verdadera condición en que viven las niñas; se continúa
hablando en general de los menores de edad pero ellas son ignoradas,
prácticamente invisibles ante los diferentes gobiernos. La Fundación Plan destacó
en relación a este flagelo que las niñas” siguen siendo las principales
víctimas de delitos sexuales”. De un total de 22.155 casos registrados en el
2016, 16.116 corresponden a niñas menores de edad, lo cual representa el 73%.
Por su parte los niños varones víctimas de abuso, registran un número de 3.015.
Y se está hablando tan solo de los casos denunciados ante Medicina Legal.

Se ha logrado
establecer que las niñas más frecuentemente abusadas sexualmente, oscilan entre
los 10 y 14 años, presentándose 7.648 registros; pero no menos preocupantes son
los 2.011 casos de abuso sexual en niñas entre 0 y cuatro años. Y para
completar el horror de la descomposición social en este tema, continúa siendo
reiterativo el hecho de que el presunto agresor, en un 88% de las denuncias, es
una persona cercana a la niña víctima: un familiar, pareja o ex pareja, amigo o
encargado del cuidado de la menor, vecinos cercanos, entre otros.

El problema va
más allá de las cifras, está inmerso en una sociedad para la cual es mejor no
enterarse a ciencia cierta de lo que está ocurriendo; para María Paula
Martínez, Directora de Save the Children Colombia “la violencia física, sexual
y psicológica de género, puede ocurrir en el hogar, en las escuelas o en las
comunidades y se encuentra arraigada en la discriminación y en la exclusión”. Y
las mujeres madres tenemos el inmenso compromiso de ayudar a extirpar este mal
de raíz, a través de la formación y el ejemplo que desde el hogar les
impartamos a nuestras hijas e hijos, para que no sean ni las víctimas ni los
agresores del mañana.