Los que nacieron el día de los temblores

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Por Sergio López Arias
checho027@gmail.com

Así es como el tirano se dirige a su pueblo: “Yo nací el día de los temblores”. De la forma más sádica, así es como la revolución bolivariana de izquierda le muestra al mundo el fracaso del socialismo del siglo XXI. Así es como el poder, a toda costa, desconoce una de las grandes garantías de los Estados de derecho: la democracia, la herramienta lícita que tiene el pueblo, o el poder primario, para elegir libre y voluntariamente a sus gobernantes.

Así es como la voluntad popular se apaga en las calles de Venezuela con las armas del propio Estado. Así es como las primeras líneas guerrilleras, súbditos del tirano, salen con la quiescencia de este a secuestrar y callar las voces de la verdadera revolución. Así es como la división de poderes se desvanece bajo las órdenes del tirano. Así es como las fuerzas militares olvidan morir por defender la patria, para matar, por mantenerlo en el poder.

Así es como el hambre, la soledad, la desesperación y la muerte son las únicas garantías para el pueblo. Esta es la revolución de Chávez, la continuidad de Maduro, y la muestra de los riesgos que hoy pueden enfrentar las democracias de América. Las voces de la comunidad internacional están alerta, excepto la de Colombia, que como siempre llega tarde a todo; esperamos que ahora no sea culpa del canciller desorientar a nuestro mandatario sobre la realidad regional.

Nicolás Maduro nació el día que nacieron los temblores. Qué valiente, pero el tirano olvida que ese día nacieron muchos más ciudadanos, muchos más valientes. Esos que hoy, después de ejercer el voto válidamente y manifestar su voluntad de cambio, están en las calles buscando la tutela de sus derechos. Seremos testigos de lo que algunos mandatarios locales llaman “el poder del pueblo”. El tirano no tiene la capacidad de contener a los valientes; como en el ajedrez, cada día pierde más piezas, y el rey se va quedando solo. Sus movimientos solo eluden; va sintiendo la ausencia del poder. El pueblo no acepta subsidios, no acepta dinero, no acepta cargos, no acepta nada; lo han perdido todo y solo les queda la dignidad, la vida, solo queda la esperanza de luchar por las generaciones que están creciendo. El pueblo lo expresó claramente en las urnas. El tirano realizó su peor movimiento: el poder lo encegueció. Nadie esperaba que reconociera su derrota; por el contrario, todos los demócratas esperábamos que no lo hiciera.

El tirano que nació el día de los temblores se cree valiente, pero no inteligente. Permitió que el pueblo se pronunciara, pero lo que no se imagina es que en su fortaleza están los verdaderos enemigos de su dictadura. Maduro logró no solo acabar consigo mismo, sino también con los conatos revolucionarios de sus vecinos. Porque si hoy el pueblo de Venezuela lucha, el de sus vecinos reflexiona sobre lo que podría ser su futuro. La tiranía tiene los días contados, el sacrifico del pueblo Venezolano hoy fortalece las democracias de sus vecinos, el mensaje es claro y por eso el silencio hace eco en nuestra sociedad. Al final, para el tirano que nació el día que nacieron los temblores, como diría nuestro cantante popular, “nadie es eterno en el mundo”.

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