Por Aníbal Arévalo Rosero
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Ha llegado el momento de las definiciones en medio de unas elecciones cargadas de diferentes factores que las ponen en riesgo, como constreñimiento al electorado por parte de grupos armados en algunas zonas del departamento de Nariño. De igual manera, se ha visto mucha tensión por parte de las dos principales campañas que lideran las encuestas: el nerviosismo y la tensión es evidente que se manifiesta en ataques a través de las redes sociales.
Por una parte, el exsenador Berner Zambrano ha recibido fuertes acusaciones, como las que recientemente dio a conocer el también exsenador Guillermo García Realpe, en las cuales le endilga responsabilidad por no haber gestionado ningún proyecto de su autoría, u obtener beneficios en favor de la región. Entre otros aspectos, se refiere a que no suscribía proyectos propios; que en 25 años no hizo ningún debate, apoyó las reformas tributarias de Carrasquilla, votó los TLC que empobrecieron a los campesinos nariñenses, apoyo a Duque en su intención de acabar el proceso de paz, de la que dijo que le importaba un pepino; benefició a su familia en la asignación de terrenos baldíos, tiene investigaciones por parte del Consejo de Estado y la Corte suprema de Justicia.
Por su parte, el doctor Luis Alfonso Escobar, en plena campaña política, recibió un auto de la Contraloría en el que se notifica una sanción de tipo pecuniario por el incumplimiento de unas obras de acueducto por parte de un contratista. Actuación en la que están comprometidas cuatro personas, entre ellas el exgobernador Raúl Delgado. Se debe hacer claridad que ese auto ya había sido proferido en el 27 de diciembre anterior. Lo sospechoso es que se hace una corrección, cuando el doctor Escobar ya había quedado libre de responsabilidad, y, ahora, se lo cambia en pleno debate electoral, lo que despierta sospechas. Se debe hacer claridad que esto no es ningún impedimento para continuar su proceso electoral y ocupar el cargo de gobernador.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, el electorado tiene que hacer una valoración, y, de esta manera, tomar una decisión a quién le entrega su voto. La confianza que brinde el candidato debe ser un factor decisivo. Vemos que algunos candidatos han estado muy de cerca a entidades de salud y de bienestar para los trabajadores y estas han colapsado. Vemos el caso de EPS como Salud Cóndor, Comfamiliar y Emssanar que son entidades que han colapsado o están el borde del abismo. Y no podemos olvidar el caso del extinto Hotel Agualongo que se vino a menos por malos manejos.
Luis Alfonso tiene grandes virtudes como ser una persona muy estudiosa. Es economista y profesor universitario. Pero, además, tiene un doctorado en Economía sostenible y la publicación de un libro de economía. Es una persona de origen campesino, de un hogar humilde, con capacidad de oratoria. No ha ocupado mayores cargos de administración pública, por lo que no se le puede endilgar actos de corrupción.
La campaña de Zambrano ha demostrado un gran derroche de dinero en publicidad política. Vemos cantidad de vallas por las carreteras del departamento, contratación de costosas sedes, repartición de refrigerios, chaquetas, gorras, camisetas, desfiles. El candidato Zambrano ha resultado muy flojito para hacer discursos; se ha rodeado de toda la dirigencia tradicional, en la que confluyen dirigentes del Partido de La U, los conservadores, Cambio Radical y toda la política añeja.
Mientras que el candidato Escobar ha logrado acopiar las voluntades de los partidos alternativos, los jóvenes, las mujeres, la comunidad Lgbtiq+, activistas del estallido social, indígenas, negritudes, campesinos, desempleados, comerciantes informales y los seguidores del Pacto Histórico y del presidente Gustavo Petro.
Bajo estas consideraciones tenemos en nuestras manos la posibilidad de darle un futuro mejor al Departamento de Nariño: ¡seguimos en la postración o enderezamos el rumbo!
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