Mujeres rurales de Nariño fortalecen su independencia económica con apoyo internacional

Mujres rurales Leiva
Spread the love

En las fértiles tierras del Consejo Comunitario Sachamates, municipio de Leiva, en el departamento de Nariño, Olga Chacón Caicedo ha cultivado mucho más que limones. Ha sembrado esperanza, empoderamiento y un futuro mejor para decenas de mujeres rurales. Su historia es un testimonio latente de cómo el liderazgo de las mujeres rurales puede transformar comunidades enteras.

“Antes éramos invisibles, ahora somos empresarias”, afirma Olga Chacón Caicedo mientras recorre con orgullo los cultivos de limón Tahití que se extienden en su finca del Consejo Comunitario Sachamates. Esta lideresa rural ha revolucionado no solo la forma de producir cítricos en su región, sino también la vida de decenas de mujeres que, como ella, encontraron en el campo su camino hacia la independencia económica.

El cultivo de limón Tahití en el departamento de Nariño en Colombia se ha convertido en una actividad importante para la economía regional. Según el Ministerio de Agricultura, Nariño es uno de los departamentos con mayor producción de limón Tahití en el país.

El cambio comenzó hace 15 años cuando Olga asumió la dirección de Aslicasa, una asociación conformada por 32 mujeres productoras de limón Tahití que entonces apenas sobrevivía. “Producíamos por producir, sin saber nuestro verdadero valor”, recuerda. Pero fue la llegada del proyecto Raíces, mujeres sembradoras del cambio, una iniciativa del Gobierno Coreano, Gobierno Nacional, ONU Mujeres y UNFPA, lo que catapultó a estas agricultoras hacia el empoderamiento y crecimiento empresarial.

Es así como, bajo el liderazgo de Olga, la Asociación ha revolucionado su forma de producción implementando técnicas innovadoras como la elaboración de bioinsumos propios, reduciendo costos y asegurando un producto más limpio y atractivo para el mercado. Su visión empresarial las ha llevado a establecer barreras protectoras para combatir la sequía y a implementar sistemas de riego que convierten sus tierras en un verdadero pulmón productivo, pese a las grandes dificultades del contexto del municipio, que históricamente ha sido afectado por causa del conflicto armado.

La transformación ha sido radical. Olga pasó de no poder “ni prender un computador”, a manejar tablets, registros digitales y promocionar sus productos en redes sociales. La asociación pasó de vender a intermediarios a establecer acuerdos comerciales directos con empresas como Maracalla Frutería, restaurante la Vereda y el supermercado Abraham Delgado, multiplicando sus ingresos y asegurando precios justos para sus productos.

Los números hablan por sí solos: Aslicasa maneja actualmente 4 mil toneladas de limón y proyecta alcanzar hasta 16 mil toneladas mensuales. El proyecto Raíces potenció esta expansión, dotando a cuatro socias principales con 600 árboles de limón, además de fortalecer su infraestructura con un centro de acopio y sistemas de riego modernos.

Pero más allá de las cifras, la verdadera revolución está en el empoderamiento de sus integrantes. “Antes no sabíamos ni qué era la violencia de género, ahora conocemos nuestros derechos y no tenemos miedo de alzar la voz”, señala Olga. Las reuniones de Aslicasa son ahora espacios de participación donde las mujeres opinan, deciden y planifican su futuro.

Foto: ONU Mujeres/Luis Ponce.
Foto: ONU Mujeres/Luis Ponce.

La innovación es otro sello distintivo de su gestión, el compromiso de Olga y Aslicasa con el medio ambiente es igual de inspirador. Han liderado iniciativas de reforestación, limpieza de quebradas y uso de prácticas agrícolas sostenibles, demostrando que el desarrollo económico puede ir de la mano con la conservación ambiental.

El impacto del proyecto Raíces ha trascendido lo productivo. La visibilidad ganada ha puesto a Aslicasa en el radar de la Agencia Nacional de Tierras, que ahora considera a la asociación para nuevas adjudicaciones. “Esto significaría expandir nuestros sueños”, comenta Olga con una mezcla de esperanza y determinación. Al respecto, la Encuesta Nacional Agropecuaria (DANE, 2019) identificó 483.093 unidades de producción agropecuaria (UPA)[1] en manos de mujeres y 1.430.882 en manos de hombres.

Certificaciones para exportación, participación en ruedas de negocios y ferias comerciales son ahora parte del día a día de estas mujeres que han pasado de ser agricultoras a empresarias rurales. “El campo no es solo de los hombres”, afirma Olga, “nosotras también podemos liderar, innovar y crecer”.

La historia de Olga y Aslicasa demuestra que cuando se apoya el talento de las mujeres con herramientas adecuadas, los resultados transforman comunidades enteras. “Gracias al proyecto Raíces, a Koica y ONU Mujeres, desde la raíz nos han cambiado la forma de ver nuestro emprendimiento. Estamos muy orgullosas del trabajo que venimos haciendo como mujeres rurales de nuestra región. Todas somos importantes, y, por supuesto, solas podemos llegar, pero solo juntas y en equipo llegaremos más lejos”. Es así como una lección de liderazgo, resiliencia y sororidad florece entre los limonares de la cordillera nariñense.

Fuente y fotos: ONU Mujeres

Author: Admin

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *