
Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobajoserodrigo@gmail.com
Programado hacía un tiempo largo, habíamos concertado junto con mis cinco hermanos un paseo a islas caribeñas. Todo transcurría normal, hasta que nos comunicaron el recorte de un día del paquete todo incluido por parte de la agencia que inculpaba a la aerolínea y la aerolínea que inculpaba a la agencia de viajes escogida para la excursión, que nos dejó un sinsabor sin conocer quien brindaría la explicación final.
Bonito hablar de un mar diáfano que se acercaba cadencioso hasta la orilla, formando una playa de arenas blanquecinas de fascinación sin igual. Las olas parecían descansar en lontananza, como queriendo tomar fuerzas para adornarlo en capas semejantes a pequeñas montañas enclaustradas en terrenos convencionales, sin firmeza y movedizos que no encuentran piso jamás.
Los momentos se presentaron con caracteres de inolvidables. Las situaciones jocosas no se hicieron esperar. El deambular buscando un sitio perdido que no lográbamos encontrar, tal vez tratando deliberadamente de no llegar a donde teníamos que llegar; el viaje para mirar el fondo del mar; un cangrejo que no permitió que mi hermano usurpara su escondite y extendió sus negras pinzas, aparentemente inofensivas, para incrustarse en su pie, mientras mis hermanas con aire de desconcierto y estupor lo llevaban en el centro hasta la orilla para buscarle mejoría a sus dolencias, que se sucedió prontamente cuando nos enteramos de qué pasados unos minutos el dolor iba a cesar; el desplazamiento improvisado en un navío asemejando ser pudientes, sin que esto compaginara con el valor en dinero que se tuvo que sufragar; un paseo por las calles de la isla con mis hermanas que lucían unos lujosos vestidos rojos que llamaron la atención de los transeúntes del lugar y, porque no mencionar, el bloqueo de la vía por protestas cuando por carretera regresábamos a nuestro sitio inicial.
Inseparables en las andanzas de la excursión, algo que se refleja en la vida real, vivimos momentos de esos que decimos jamás se repetirán. Mi agradecimiento a cada uno de mis hermanos nunca cesará.
A pesar de las circunstancias, por unos cuantos momentos nos alejamos de una absurda realidad.
Consacá, 12 de julio de 2024