El despertador del sur
por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com
Decíamos en una columna anterior, que se hace necesario empezar, desde las aulas escolares, a formar en liderazgo, y comenzar con aquellos estudiantes que ya muestran ese “Charismata” como dicen los griegos, ese don sobrenatural que los diferencia de los demás.
Con una formación temprana, no solo en liderazgo, sino también en valores, conocedores que estos no se enseñan, sino que se inculcan desde el hogar y se afianzan en las aulas escolares, paralelamente se debe ir introduciéndolos en el mundo de la participación política y democrática del país, tendremos un personero bien formado, ético, justo, responsable y ante todo, conocedor de las funciones a desempeñar.
Por eso se hace necesario y urgente, ahora que se habla de la jornada única, comenzar una formación rica en valores, conocedores y defensores de los Derechos Humanos, para que “no se dejen pisotear por otros”, y ante todo, en una verdadera formación política, especialmente con quienes, desde el preescolar aspiran a ser personero estudiantil o representantes de los Consejos Estudiantiles y así, junto a los famosos Contralores Escolares dejarán de ser simples figuras decorativas.
Así pues, las instituciones educativas se ufanarán de tener un personero de los estudiantes, ricos no en oro, sino en sabiduría y virtudes, como lo dice Aristóteles en su Libro Séptimo de La República, es decir, personeros conocedores de sus funciones a desempeñar y para las cuales fueron elegidos, solo así, podrán desempeñarse por sus propias convicciones, y no se dejaran manejar “como marionetas” por ciertos maestros enemigos del orden, la autoridad y de la disciplina, como lastimosamente hoy lo vemos en algunas instituciones.
Porque los estudiantes no están formados, nos están preparados, para ser personeros o presidentes de los Consejos Estudiantiles, igual sucede con el Contralor Escolar, con los Consejos Municipales de Juventud, no han podido cumplir con los verdaderos objetivos que busca la Ley General de Educación y la Ley de la Juventud, y por eso hasta ahora, así se diga lo contrario, estos organismos han sido un verdadero fracaso.
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