El burro hablando de orejas

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Por Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
En Colombia se ha convertido estribillo hablar
de las dictaduras o autoritarismo de países vecinos como Venezuela o Cuba,
donde, según los medios de comunicación al servicio del capital privado, en
esos lugares no existe libertades democráticas, solo impera regímenes
dictatoriales encaminados a esclavizar a sus ciudadanos; prácticamente
convertirlos en ‘mendigos de la tiranía’. Hecho que en la realidad no tiene
soporte 
esta versión muy bien trabajada
por los fascistas.

Aunque la Constitución Nacional aparentemente
es una de las más democráticas del mundo, aduciendo que su estructura se
asemeja a la de Estados Unidos de Norteamérica, no deja de ser de mucho cuidado
por su manto irónico, ya que la flexibilidad jurídica y social ha permitido la
afectación directa a millones de nacionales
que inocentemente expresan
culpabilidad a otros menesteres.
En Colombia está claro que existen dos grupos
sociopolíticos bien definidos, no por el sentido ideológico sino por el simple
interés monetario y acomodo del capital.
Por un lado los acaudalados y frondosos
empresarios del país defienden y lo harán siempre por su interés particular del
dinero y poder, y por el otro, el que siempre ha permanecido atento a disfrutar
la sumisión social y política, y que, con su propia complicidad inducida se
convierte en verdugo de su dignidad y libertad.
Desde la última constitución de 1991, son
cientos los ajustes que permanentemente se le ha hecho a esta carta magna, destruyendo sutilmente la
esencia de la democracia y permitiendo estratégicamente que este documento se
convierta en aliado indiscutible de la oligarquía criolla
con la venia de la
inversión extranjera.
En este orden se destacan reformas a la
educación, sector agrario y salud, entre otros. Pero como la parsimonia política
es nuestro folclore rutinario, a alguien se le ocurrió que en cuatro años no
podía mostrar resultados, entonces, no hubo más remedio que darle otro retoque
erótico a la señora Ley.
Aquí empieza la historia que mañana será
considerada como el peor acto terrorista contra la democracia nacional; el
abuso de poder y la omnipotente mano negra que contrarresto cualquier intento
de liberación popular. 
Prácticamente desde 1990 es cuando sale a la
luz pública frases tan conmovedoras y ‘célebres’ como: “Apertura Económica”,
“Plan Colombia”, “Seguridad Democrática” y ahora “Prosperidad Para Todos”
;
coloquiales lemas que permearon la sensibilidad de millones de corazones
sentimentales del pueblo colombiano y sin mediar razón transmitieron dichas
sensaciones hasta el espacio cerebral para concluir en actitudes movidas por el
impulso y fanatismo, producto de ilusiones ópticas que solo benefician como
casi siempre a pícaros, embusteros, elitistas y capitalistas salvajes, que
guiados por sendas estadísticas montadas sobre andamios irreales son
convencidos de hacer esfuerzo por salvaguardar el bienestar de la mayoría
poblacional.
Y como la ambición diabólica es la
característica innata de la élite neoliberal
, necesariamente a su paso por
consolidar el enquistado poder de dominio social, mezquinamente tiene que
arrebatar derechos y libertades en pro de concretar su objetivo. Caso
particular el golpe de estado propiciado al alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo
Petro Urrego, elegido por más de 700 mil ciudadanos.
Este acto antidemocrático es producto del
complot neoliberal orquestado por actores determinantes de la institucionalidad
estatal. El caso del mandatario capitalino deja en evidencia ante el mundo
civilizado, la inequidad y parcialidad de los entes de control, justicia y
gobierno central.
Cada que la circunstancia lo exige, medios
informativos lacayos de la soberbia oligarca del país del ‘Corazón de Jesús’,
se postran ante el jefe de la mermelada
, para transmitir el patético mensaje:
‘ha ganado la democracia’; ¿Cuál democracia? El programa de ‘Bogotá Humana’, no
fue una imposición, es el resultado consultivo de una necesidad popular, que a
‘sombrerazos’ fue despojada su esencia y nuevamente se ha impuesto el interés
del estrato seis.
No se puede ocultar estos desatinos
jurídico-legales que cada vez son mayormente abruptos ante la inerme mirada de
millones de compatriotas, que observa como el enfermizo poder de la
ultraderecha esclavizadora, prosigue en su propósito de salvaguardar sus
intereses y descrestar a quienes se cruzan en el camino.
Se cumple al pie de la letra el famoso refrán
‘un burro hablando de orejas’, actitud ridícula cuando se expone a los cuatro
vientos que en países vecinos se atropella la democracia, mientras que el
nuestro es un paraíso. Según los últimos reportes de ONGs expertas en el tema,
concluyen que la nación donde más se viola los derechos humanos en
Latinoamérica es Colombia.
Domingo, 23 DE 2014

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