Hasta que les lastimaron ‘los callos’

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Endulzando las
palabras
Por Iván
Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
Cuando algunos
camioneros del país tomaron la decisión de alzarse en paro a raíz de los
seguidos incumplimientos y toma del pelo por parte del gobierno nacional, para
la mayoría de los colombianos no pasaba más que un impulso de un sector de la
sociedad que quería aprovechar la coyuntura del paro agrario para sacar
‘tajada’, como popularmente se habla, con la diferencia que esta vez los
camioneros estaban hablando en serio
.

Los 36 días de
cese de actividades han lastimado los callos hasta del más desprevenido que
nunca analiza el mundo en que vive, y que ahora se preocupa porque el
presupuesto familiar destinado al transporte y alimentación, colapsó. El
desabastecimiento se veía venir; hoy, cuando en el país quedan reservas de tan
solo un 30%, la población entra en preocupación
, mientras que el gobierno sigue
dilatando la situación con el argumento que en el pliego hay temas no
negociables.
Desde el año
1995 se han efectuado alrededor de 25 paros
, la razón, la misma; dejando claro
el incumplimiento de parte del ente gubernamental. Este último paro empieza a
registrarse como uno de los más largos de la historia, vislumbrándose una
crisis socioeconómica sin precedentes. 
Se observa que el ejecutivo no prioriza interés en el tema; al
contrario, intenta escabullirse con salidas mediáticas y oportunistas.
Cuando los
grandes centros de acopio del país desabastecen, es ahí cuando se intenta
negociar; pero no se evalúa la crisis en las familias de los conductores,
productores y otros sectores intermedios de la cadena transportadora
. A simple
vista se detecta la discriminación entre vulnerables y acomodados. ‘La cruzada
camionera’ ha tocado los callos de la oligarquía, por lo que los medios de comunicación
empiezan a priorizar como noticia de primera plana, lo que antes no hacían.
La verdad, es
que el gremio transportador no necesita bloquear vías para sentarse a hablar
con el gobierno, basta con acordar entre todos los afectados y ponen al país de
rodillas
. Lastimosamente este sector está dividido; al inicio del paro no
alcanzaban el 20% de los transportistas; en la actualidad y por la presión de
los comprometidos con la causa, el apoyo aunque sea condicionado para algunos a
aumentado, llegando aproximadamente al 70% de camioneros.
Con más de un
mes en pie de lucha, el desabastecimiento llegó a las grandes urbes, y es
cuando la ‘masa’ aterriza y empieza a comprender la gravedad de la parálisis
camionera. Dentro de las peticiones están los temas del flete y combustibles,
entre otros puntos que también son importantes para el desarrollo de este
renglón de la producción
. Indudablemente, estos puntos son demasiado álgidos
como para soluciones inmediatas, más cuando el señor presidente no intenta
plantear otras alternativas sino la de insistir en una propuesta bastante
desgastada y poco creíble.
No hay que
olvidar que el valor del flete en Colombia es el segundo más costoso de
Latinoamérica, hecho que ahonda el problema; a esto sumado las deterioradas
vías de primer orden, con unos peajes injustificados no coherentes al estado de
la infraestructura vial
. La paulatina chatarrización  y debilitado control en la importación de
vehículos de carga, generó una sobre oferta que hoy agrava más el asunto.
‘La unión hace
la fuerza’, lema no tan claro en el gremio transportador, permitiéndole al
gobierno un juego favorable a sus propósitos. La desinformación y falta de
unificación conceptual en las asociaciones transportistas y de carga, de alguna
manera han aportado para una postergación de soluciones efectivas
. La
indiferencia de otros sectores ligados con el transporte pesado, es otro de los factores incidentes en la
aparente debilidad de los peticionarios.
El paro
camionero ha entrado en un estado donde retroceder casi es imposible, por la
sencilla razón de que se anularía toda aspiración de reclamo, quedando frente
al gobierno y ante la demás sociedad como unos caprichosos e irresponsables.
Lógicamente los
dirigentes de estas manifestaciones lo tienen claro, por lo que el panorama no
es fácil para el presidente de la República y su equipo negociador. Miramos
como progresivamente el país se paraliza, y la desesperación de los afectados
empieza a florecer. Hasta los más incrédulos entran en ansiedad. El paro sigue
su marcha, y el gobierno no le queda sino dejar la prepotencia y sentarse
juiciosamente a dialogar
y buscar salidas conjuntas y sostenibles en el tiempo.

Domingo, 10 de julio de 2016

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