Reminiscencia de Aurelio Arturo

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Por  J.
Mauricio Chaves Bustos
Tomado de pagina10.com
Quien crea, consciente o inconscientemente
busca perpetuarse en su obra, no en vano para la humanidad las grandes obras
nos remiten a hombres singularisimos, aquellos que son capaces de superar la
muerte y trascender a través de sus propias creaciones. La historia particular
de cada hombre, nos recrea la propia historia de la humanidad
; para ello es
necesario comprender que la humanidad es un constructo subjetivo del hombre, no
se sabe cuándo ni cómo, el hombre se singulariza frente al universo, creando
así el mundo, su mundo; entonces, es consciente de un potencial frente al resto
de las criaturas.

Antes, la muerte no significada nada, ni siquiera se
consideraba; así, la existencia pasaba sobre los primitivos hombres; pero a
partir de esa singularización, el homínido se convierte en hombre y simboliza
su realidad, surge entonces el mito
, que se constituye en una categoría del
pensamiento y de la vida absolutamente necesaria, distante de toda causalidad y
arbitrariedad. Ello no quiere decir que el mito se pueda categorizar y
valorar cuántica o cualitativamente, el mito es simplemente el ser semántico,
busca los significados que cada pueblo o cultura le han dado a sus propias
experiencias. La muerte entonces, toma un papel fundamental en el quehacer
humano, no es dejar de ser simplemente, sino que hay la posibilidad de imaginar
otros mundos, otros constructos, generalmente antagónicos, paraíso o infierno,
en donde, nuevamente desde la experiencia particular de los pueblos, la
acomodan a sus propias idealizaciones frente a lo bueno o lo malo. Lo
importante, en este caso, es reconocer el valor mítico que se le ha dado a la
muerte.

Pero ligado íntimamente a este proceso mítico
de la muerte, está el proceso de dejar constancia de la propia existencia,
singular y particular de cada hombre, pero que llega a concretarse como propia
de la experiencia de la humanidad. Hablo de la escritura. Hay la necesidad
prístina del hombre por dejar constancia de su propia vida, cuando el hombre
toma conciencia de la posibilidad de su trascendencia en el cosmos, quiere
hacerlo saber a los demás, ya sabe que debe morir y que ésta tiene un símbolo
fundamental para sus allegados
, por ello se arriesga a plasmar su cotidianidad
o aquello que tiene una carga semántica fundamental para la experiencia o
incluso para la supervivencia de la especie humana; así, quienes plasmaron las
escenas de cacería de siervos y visones en Altamira –España- o las escenas del
parentesco entre todas las especies vivas en las cuevas de Ajanta –India-, o
quienes esculpieron las piedras de los Mochines en Cumbal, Tulcán e Ipiales,
tenían la idea de trascender. Vemos entonces como lo particular se vuelve
singular, y a la vez lo singular se universaliza. Es la experiencia de todo ser
que tiene, aunque sea medianamente, sentido de pertenencia a la propia especie
humana. Porque, permitiéndome hacer una breve acotación, también están los
bárbaros, los infames, los asesinos, aquellos que ven en la vida un simple
recodo del valor mercantil, y que mantienen a pueblos enteros, entre estos el
colombiano, en el círculo gélido más profundo del infierno dantesco.
Pero encauzándonos nuevamente en lo que nos
congrega, diré que es fundamental reconocer el papel que la cultura juega en el
mundo. El filósofo Nietzsche, argumentaba que prefería que se dirija al ocaso
la humanidad, antes que retroceder y 
perder el conocimiento; está claro que no se puede escindir al hombre de
la cultura, hay una correlación con una connotación especial: no se puede
pensar al hombre sin la cultura, ni la cultura sin el hombre
, sin embargo, sin
la cultura el hombre no puede ser hombre, porque es mediante ella que ha
construido el lugar de su morada, donde habita: el mundo, en donde se tejen lasformas simbólicas; ahí aparecen las apreciaciones que se hacen sobre la
vida, lo espiritual, lo físico, lo social, incluso lo estatal. Si el animal se
mueve en la naturaleza, el hombre se mueve en la cultura, perfilando el sentido
de libertad: es decir que se desaviene de la legalidad de las leyes naturales,
para atarse a la de las formas simbólicas, que es su legalidad. Por ello un
Aurelio Arturo que exalta la naturaleza, pero también un Aurelio Arturo que la
dota de símbolo; es decir que lo puramente natural se observa con ojos cargados
de referencias simbólicas, así, el verde, deja de ser un color, para
prefigurarse en un sentido singular de apreciación estética, ese verde se
constituye en nuestra morada, nuestra habitación, por eso en Arturo, Nariño es
el verde de todos los colores
. Para Borges América era un símbolo idealizado.
Sin embargo, en Aurelio Arturo esa connotación que puede verse como algo
peyorativa no cabe; el ideal en su obra parte de la cotidianidad, por eso nos
encontramos con su nodriza, con sus amigos de La Unión, la experiencia
cotidiana es básica en la obra de nuestro poeta, porque es desde ahí en donde
se simboliza lo real concreto. Si bien canta a su tierra, en una exaltación que
alcanza la euforia, describiendo ríos, montañas, personajes de La Unión, esta
es una experiencia particular pero que sin duda alguna nos atañe a todos los
que estamos hoy aquí reunidos. Con ello Arturo ha dado nuevamente ejemplo del
paso que dio el hombre primigenio, no de testimonio de su propia existencia,
sino de la existencia de los hombres del sur.
Hay con seguridad en la obra de Arturo el
deseo interno de renovar el pensamiento literario de su época, por ello ha sido
difícil ubicarlo en cualesquiera de los grupos contemporáneos al desarrollo de
su obra, bien sea de los nuevos o piedra y cielo.  Por ello logra imprimirle una vitalidad a su
obra, una vitalidad desde la tierra, era la manera como Arturo trataba de
encauzar su intensa experiencia en un esquema formal previo; por eso sus poemas
no eran fruto de una apasionamiento momentáneo, ligero, sino que como lo anotan
los expertos, era un apasionamiento meditado, planeado antes que construido
, en
ello denotamos que entre el pensar y el escribir hay un mecanismo complejo de
ajuste; sin embargo, al tener el sentido de creador en su pensamiento, trata de
plasmar un sentimiento, una pasión, y quizá su estilo es renovador dentro de
las letras colombianas, porque hay una en su obra una rara conjugación de lo
lógico racional con lo pulsional entitivo. Hay en su obra un acuerdo entre vida
y escritura, quien lee Morada al Sur, parafraseando a Whitman, no lee un libro,
lee a un hombre
. Algunas personas existen sin tocar en realidad la vida y sin
ser rozados por ella, en especial quienes desdeñan lo cotidiano, los que no
hacen contacto con lo menos evidente, sobre todo en un mundo tecnificado, en
donde el mayor papel de la poesía es rescatar lo cotidiano, y en nuestro caso,
la de Morada al Sur, la experiencia diaria del campesino u obrero nariñense
frente a las faenas del trabajo: por eso, era bueno trabajar en el sur. Pero
hay un deseo también de admirar la existencia, la suya propia dentro del mundo,
por eso aquí lo particular se vuelve universal, que como hemos visto, es
fundamental en el proceso de interpretación de la cultura. Es innegable el
origen burgués del poeta, en el sentido de pertenencia a una clase social
acomodada, pero capaz a la vez de irrumpir en las montañas de La Unión con
libros y piano para la educación de los hijos; en Arturo, dada su experiencia
de meditado creador, su vanidad se hace elocuencia, su desdén por la figuración
se hace ultraísmo; pero lo importante es que su vida se hizo poema, poema desde
Nariño para todo el universo
.

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