Señores: y finalmente, ¿de “Rutbia” qué?

Desde Nod

Por Alejandro
García Gómez
pakahuay@gmail.com
28.IV.13. Romeo
Langlois, periodista francés, es secuestrado por las Farc en La Montañita
(Caquetá). Cargo: Prisionero de guerra. La estúpida razón del secuestro es tal,
que debieron soltarlo al mes (ellos que acostumbraban a secuestrar por años) en
razón de la indignación mundial por su cinismo y estulticia. En su “liberación”
(30.V.13), observamos una tragedia que los canales televisivos sólo mencionaron
de paso. Luego, nadie más se ocupó de ella: entre los guerrilleros de
camuflado, guardias de la entrega, una mujer humilde reconoció a su hija, Ruth
Beatriz Castañeda, “Rutbia”, joven sicóloga desaparecida años atrás cuando
hacía un recorrido de trabajo entre Bello y Medellín
. ¿Otra vez el cinismo o la
estupidez de las Farc o todo junto?

Quienes
habíamos pasado algunos miércoles al mediodía por el Parque Berrío, corazón de
Medellín, siempre habíamos observado –con sol o con lluvia- a una anciana con
una camiseta y un estandarte en los que se veía un retrato y una consigna de
amor y dolor: “Rutbia, te esperamos”. Como además del ruido del secuestro e
inmediata liberación de Langlois –sólo “un mesesito”, cuando el secuestro era
hasta por 14 años como al sgto. Pablo E. Moncayo-, también había estruendo por
el escándalo del vergonzoso anuncio del Fiscal Montealegre sobre Sigifredo
López, quedando en claro su atolondramiento y la inmensa injusticia; pero como
también se trataba de la tragedia de una madre humilde, estos hechos quedaron
sepultados. En una posterior y brevísima charla con la TV, ella dijo que
esperaba contactarse con Langlois y ser escuchada por la guerrilla
. Mientras
los grandes funcionarios eligen las maniobras jurídicas o la fuga para evadir
la justicia, al resto de colombianos nos ha quedado adoptar a la prensa para
ser escuchados no sólo por la justicia sino por los poderes institucionales y
por los no institucionales.
Ya en el
proceso de La Habana, el tema de las víctimas de las Farc que viajarían hacia
allá se enredó, y nuestra esperanza en los elegidos como “Comisión escogedora”,
de quienes se esperaba más, se convirtió en perplejidad y rechazo. ¿Cómo era
posible que entre el 100% (10 o 12 víctimas por cada viaje, más o menos), la
mitad fueran de paramilitares o de agentes del Estado y no de las Farc, ante
quienes se haría el reclamo? Explicable habría sido sólo en el caso de aquellas
que han sufrido a dos o a los tres juntos, que también las hay. Frente a este
enredo –promovido o acolitado por quienes representan la institucionalidad-,
nos preguntábamos: ¿cuál será la clasificación que se iría a dar a las víctimas
de los “inclasificables” como esta madre? ¿Rutbia –si aún vive- es víctima o
victimaria o qué? Algunos habrían dicho, “¡ah, pobrecita la mamá que no sabía
que su hija era guerrillera o simpatizante y lo que pasó fue que tuvo que
‘trasladar su sitio de trabajo’ a la selva!”. Otros habrían alegado: “¡se
contagió del Síndrome de Estocolmo! O se enamoró de un guerrillero, ¡y no es la
primera ni será la única!”.¿No tenía esta madre el derecho de preguntar
directamente por su hija a los comandantes de las Farc? O el ser víctima
“inclasificable”, ¿también la convierte en “no mostrable”?

16.IV.17.- ¿Qué logró saber esta anciana? En esta
fecha, el programa Los informantes (Caracol TV) le hizo un reportaje. Según
ella –que aún guarda la cama y alcoba con los objetos de su hija que le hacen
más llevadero su dolor-amor- las Farc no le han dicho ni mu. ¿Lo dirán? ¿Lo
dirán?
Que por el mismo Langlois y “otros”, supo que la tenían cuidando niños y
en otros menesteres de su profesión, así como a otros, ingenieros,  médicos, etc., “les dieron trabajito”, acorde
con su estudio en la U. ¡El reportaje televisivo fue desgarrador para quien sea
o se sienta padre de familia! Las Farc deberían pronunciarse. ¿Lo harán? ¿Lo
harán? Pero no sé si duele más que tampoco los miembros de la institucionalidad
–del equipo negociador- de este proceso se hayan pronunciado por éste ni por
similares casos que, al parecer, hay muchos más. 20.IV.17

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Author: Miguel Cordoba

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