españoles lucharon contra Bolívar hace 200 años, en un episodio que dejó sus
huellas en la identidad de los pastusos.
Negros y Blancos de Pasto arranca todos los años el 28 de diciembre. Ese día se
encuentran centenares de pastusos para pintar la calle El Colorado con tizas de
colores. El evento, titulado Arcoíris sobre el asfalto, busca rememorar un
episodio histórico que durante años ha definido la identidad rebelde de la
ciudad: la Navidad Negra, una masacre perpetrada por el Ejército bolivariano a
comienzos del siglo XIX.
decidió tomarse Pasto, último reducto realista en la Nueva Granada, y así
continuar su avanzada militar por la lucha independentista. Para hacerlo, envió
a sus tropas el 25 de diciembre, aprovechando que la ciudad entera celebraba la
Navidad. Esa madrugada asesinaron a muchos pastusos. Cuentan que corrían ríos
de sangre por la actual calle 23, y que la mancha roja era tan espesa que nunca
pudo ser borrada. La calle quedó colorada.
primera vez que Bolívar intentaba ganar este territorio. Antes de la Navidad
Negra, ya había enfrentado tropas realistas conformadas por españoles e
indígenas de la región en las llamadas Campañas del Sur. En ese entonces era
difícil llegar a la ciudad debido a los accidentes geográficos de la cordillera
en la zona: los abismos, montañas y ríos que convergen en el Nudo de los
Pastos. Esta situación empeoraba porque los indígenas conocían el territorio y
sabían entorpecer el paso del Ejército bolivariano. Al frente de las milicias
enfrentadas con el libertador estuvo durante 13 años Agustín Agualongo, un
caudillo de ascendencia indígena que aún hoy sigue teniendo importancia en el
imaginario de los pastusos: su nombre aparece en canciones y poemas, y lo
llevan un hotel, un parque y un barrio ubicado justamente en el lugar por el que
pasó su gran enemigo, el libertador.
cultura de los pastusos era esencialmente indígena; para ellos la tierra no era
solo el espacio que habitaban, sino el núcleo de su identidad cultural. La
forma violenta como los republicanos entraron en la región, para someterlos y
arrasar con todo, se sintió como una afrenta al territorio, como un deseo de
usurparlo. Esto explica por qué el pueblo quillacinga defendió férreamente su
espacio, bajo el liderazgo de Agualongo. El caudillo, finalmente capturado,
terminó fusilado en Popayán en 1824 por el general Obando. Antes de su muerte
pidió que no le vendaran los ojos para ver de frente a sus enemigos. Esta
escena pasó a la historia como un símbolo de su carácter, y lo convirtió en un
emblema de la defensa de la tierra, la libre determinación de su pueblo y la
resistencia indígena. Por eso más allá del valor icónico que pueda tener para
los pastusos, pensar en su figura abre la posibilidad de reformular la historia
oficial de la independencia de Colombia.
republicanos
poblaciones del país estuvieron a favor de la independencia y los ejércitos
republicanos. En el caso de Pasto, antes de la masacre de 1822, había razones
para negarse a ser parte de la República. Por un lado, la población entendía la
incursión republicana como una invasión a territorios que tenían un orden
económico y social establecido. A pesar de estar bajo dominio español, la
Corona les permitía cierto grado de autodeterminación, especialmente en asuntos
culturales, a cambio de que cumplieran unas exigencias económicas ya acordadas.
La propuesta de los republicanos, en cambio, implicaba un panorama incierto.
Las diferentes órdenes religiosas –franciscana, dominica, agustina y
mercedaria– que habían llegado a la región desde el inicio de la Colonia
contribuyeron a que el catolicismo se consolidara; la confianza en el orden
social instaurado y la influencia religiosa llevaron a que Pasto se uniera al
Ejército realista y peleara hombro a hombro con los soldados españoles.
Esta decisión marcó la historia de la ciudad en
varios sentidos. Por un lado, reveló el lado más cruel de las luchas internas
en el proceso de construcción de la República. Por otro, reforzó el aislamiento
político y cultural de una zona lejana del centro del país. Adicionalmente,
puso en primer plano a la lucha indígena como una fuerza política y militar
importante durante la independencia, con la construcción del ícono de
Agualongo. Esta historia ha influido a lo largo de casi dos siglos en la imagen
que los pastusos tienen de sí mismos: un pueblo que sobrevivió, resistió y
continúa defendiendo su cultura.
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