Voto en blanco sinónimo de fragilidad

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Endulzando las
palabras
Por Iván
Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
En cualquier
país democrático existe la posibilidad del voto en blanco cuando se trata de
elecciones para escoger dignidades de representación popular. En Colombia, país
con algún vestigio de democracia también se practica esta figura, lástima que
no pasa de  ser un ornamento. Hace unos
días los colombianos salieron a votar por los candidatos de sus preferencias,
muchos lo hicieron teniendo como referencia los programas de gobierno, otro
tanto por fanatismo y un grupo significativo votaron cohesionados por sus
patronos.

Los que
sufragaron rayaron el rostro de la persona que consciente o irresponsablemente
creen que puede ser una alternativa para gobernar un país con los problemas más
complejos que cualquier nación pueda tener, como el narcotráfico y corrupción.
El voto en blanco fue la otra alternativa que aparecía en los tarjetones. Nunca
en el país esta opción ha sido significativa, no ha pasado de ser una
exageración en un pueblo donde culturalmente sobrepone el folclorismo mafioso a
una razón ideológica.
No se puede
desconocer que se ha intentado varias veces darle utilidad al voto en blanco;
hasta la fecha más han sido las frustraciones que un logro positivo. En la
primera vuelta fuera del tradicional voto en blanco
, también apareció otra
casilla con el nombre de ‘promotores del voto en blanco’, que a diferencia del
anterior, en este se contabilizan los votos logrados para convertirlos en
dinero, que irían a beneficiar a unas personas particulares dueñas de la
propuesta, que en nada conlleva a beneficiar el sistema electoral.
El voto en
blanco en Colombia no pasará de ser un saludo a la bandera si persisten las
mafias en el proceso eleccionario. Claro está que la precaria economía de la
mayoría de hogares colombianos sumado la ignorancia política en la que viven,
anula casi completamente la posibilidad de que el voto en blanco sea un éxito
en el país. Irónico porque la mayoría de aspirantes su hoja de vida no habla
muy bien de ellos, por lo que votar en blanco sería una forma constitucional de
castigarlos.
Siguiendo con
el asunto, la segunda vuelta de la campaña presidencial también tendrá la
posibilidad del voto en blanco, esta vez no es vinculante, permitiendo que sea
una simple excusa para personas que no comulguen con las propuestas de los dos
candidatos
. Igualmente, esta ha sido la capota empleada por algunos líderes
políticos, incluso exaspirantes que antes del 27 de mayo prometieron
transformar un país que convulsiona en un mundo mafioso y corrupto. Es el caso
de Sergio Fajardo y en menor proporción, Humberto De La Calle, quienes
revestían sus discursos entorno a la paz y lucha contra la corrupción.
A pocos días
para que llegue la fecha límite de elegir al 
próximo ejecutivo, uno de los excandidatos prefirió irse de paseo a
observar ballenas que entenderse de la problemática nacional. Con este gesto
queda claro que su postulado era una simple pantomima para atraer adeptos más
nunca pensó en brindar el cambio
que la gente exige desde hace décadas. En este
caso, Fajardo, aunque no esté obligado a elegir a uno de los dos, era
perentorio como dirigente y representante de una legión de electores aportar
fuerzas para derrotar lo que expresaba en su discurso como candidato, la
corrupción y malos hábitos ciudadanos.
Ni se diga de
Humberto de La Calle, que pensó cabalgar sobre el caballito de los acuerdos de
paz hasta lograr su objetivo, sin encontrar nunca el rumbo propuesto, para
finalmente terminar como él  mismo dice,
en la banca, argumentando el resquebrajado cuento de votar en blanco, como que
si ese acto fuera coherente a lo que siempre pregonó. La actitud de estos dos
políticos no tomó por sorpresa a nadie, se sabía perfectamente que el paisa no
podía traicionar a sus antiguos amigos, y el voto en blanco es como limpiarse
las manos. De La Calle, siempre ha sido de la vieja política nacional, hecho
que sentimentalmente le impide irse en contra del cartel de los tradicionales
clientelistas.
Votar en blanco
en segunda vuelta es sinónimo de fragilidad y cobardía
; es permitir que las
mafias tomen mayor fuerza y aborden definitivamente el poder popular. Nadie
puede negar que la campaña de Iván Duque, es el cuartel de todas las figuras
activas y descontinuadas de la clase conservadora, esa que habla de cambio cada
cuatros años pero siempre termina como debe ser, favoreciendo a la élite y
perjudicando a la gente del común.
El voto en
blanco cabe para un persona común y corriente pero no en un dirigente, este
debe ser beligerante y propositivo, mandato que luego se transforma en una
decisión efectiva hacia las comunidades
.

Domingo, 10 de junio de 2018

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