Por Giovanny Gómez Palomino
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Colombia: La tierra de esperanza que crecemos juntos. En un país tan diverso y vibrante como Colombia, donde la riqueza cultural y natural ilumina cada rincón, nuestras niñas y niños representan la promesa de un futuro distinto, en el que la belleza de nuestras tierras se refleje en su bienestar y oportunidades. Ellos son el alma de nuestro país, aquellos que, sin importar las adversidades, juegan y sueñan en nuestras calles, llenando de esperanza las montañas y valles que forman nuestro territorio.
Pero más allá de lo que nos enorgullece como colombianos, está el llamado que cada uno de nosotros tiene como sociedad: proteger y nutrir esa promesa. Nuestros menores crecen entre las melodías de los Andes, la cumbia del Caribe y las historias de un país resiliente, pero enfrentan también realidades que a veces parecen estar en conflicto con los valores que queremos preservar. A diario, la exposición a ciertas imágenes y mensajes en la música y los medios parece desafiar la inocencia de nuestros niños, invitándolos a un mundo de violencia y superficialidad, contrario a los valores de dignidad y respeto que queremos inculcarles.
Desde las montañas de Antioquia hasta las playas del Pacífico, los artistas y creadores son los grandes narradores de nuestro tiempo. Su influencia en la vida de los jóvenes es enorme; como ídolos y modelos, pueden escoger, inspirar a través de mensajes que no solo generen ritmo, sino también valores. Tal es el poder de quienes alcanzan la fama: una responsabilidad de construir sobre la esperanza de sus seguidores.
Es alentador ver instituciones como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la Defensoría del Pueblo levantan la voz para proteger la infancia, planteando preguntas que son esenciales en esta época: ¿qué tipo de influencia queremos ejercer en nuestros jóvenes? ¿Qué tipo de mensajes les damos sobre su propia dignidad y valor? Estas preguntas deben hacernos reflexionar a todos, y especialmente a aquellos que, con micrófonos y escenarios, pueden decidir impactar a toda una generación.
Colombia es una tierra fértil en talento y belleza. Nuestros menores merecen conocer una versión de su país que inspire sueños de grandeza y respeto, que encienda en ellos la chispa de la curiosidad y no la sombra de la explotación. Artistas, autoridades y ciudadanos podemos formar juntos un coro que resuene con mensajes de vida y esperanza, reemplazando cualquier rastro de violencia con palabras de amor y respeto. Cada uno de nosotros, desde nuestras áreas de influencia, tiene la oportunidad de contribuir a esta noble causa: proteger la dignidad y el futuro de quienes serán el rostro de Colombia mañana.
Construyamos juntos un país en el que los niños y niñas crezcan entre la belleza de sus paisajes y la calidez de su gente, protegidos de cualquier noción de violencia y listos para ser, a su tiempo, los artistas, líderes y narradores de una Colombia más digna y justa. En sus ojos, Colombia puede y debe reflejar lo mejor de sí misma.
Corchazo: Dios bendiga a los Colombia.