El Despertador del Sur
Por Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com
Desde el pasado 16 de diciembre todos los cristianos católicos o no, respiramos ya los aires de Navidad, estamos a viviendo la época más bella del año, qué mejor oportunidad para que todos, creyentes o no, aunemos los mejores deseos para que en el mundo entero, en Colombia y en particular en esta nuestra amada región nariñense, en Pasto, especialmente, reine la paz y la concordia.
Que en esta Navidad, depongamos y dejemos en la vera del camino, entre los zarzales polvorientos, esas actitudes negativas, actitudes de arrogancia, de prepotencia, de indiferencia, esas que en nada contribuyen a conseguir la Paz que todos los colombianos, sin distinción alguna, anhelamos y demos paso, sin egoísmos, sin rencores, sin esperar nada a cambio, a la generosidad, a la concordia, a la armonía, a la Paz, esa paz, que debe empezar a reinar en el interior de nosotros mismos, en nuestro corazón y desde allí, irradiarla a los demás, a todos quienes conforman nuestra familia, nuestro hogar, al vecino, al amigo, al compañero, en fin, a todos.
Que alrededor del pesebre, pidamos porque al fin empiece a reinar la paz en todos los hogares colombianos; que nuestras manos se extiendan hacia el servicio a los demás, que la generosidad de nuestro corazón no se haga esperar para ver sonreír a todos los niños de Pasto, de Nariño y de Colombia.
DOS HECHOS AL MARGEN: Uno: recordar que hoy, hace dos años, el 22 de diciembre 2020, partió a los confines de la eternidad “el último juglar de la Ronda Lírica”, Hipólito Jojoa el inconfundible violinista que hizo grande a la Ronda Lírica al lado de la maravillosa voz de Bolívar Meza y que tan en alto pusieron el nombre de Pasto y de Nariño.
Dos: Lamentar que el alcalde de Pasto, Veterinario Germán Chamorro de La Rosa, no tuvo los suficientes pantalones para decretar la no circulación de motos en este tiempo de Navidad, y darle a los patones mayor seguridad para caminar con cierta tranquilidad la que no brinda la circulación de motos, cuyos conductores no respetan ni siquiera los andenes,