Por Sara Valentina Quevedo
Tomado de www.eltiempo.com
El gobernador de Nariño, Camilo Romero, habló con EL TIEMPO sobre la realidad del departamento en temas como los cultivos ilícitos y la administración pública.
Reafirmó su postura de rechazar el uso del glifosato y le envió un mensaje al Gobierno Nacional. “Pongo 100.000 millones de pesos de la gobernación para la sustitución de cultivos, hagamos algo juntos“, dijo el mandatario local.
Nariño es uno de los departamentos con mayor número de cultivos ilícitos. Sin embargo, usted se ha mostrado firme en no permitir la aspersión aérea con glifosato. ¿Cuál cree que es la solución?
Primero, hay que aclarar que se debe acabar con el narcotráfico y los cultivos ilícitos. Ahí no hay diferencias de unos que creen que están salvando la patria y de otros que nos quieren acusar de defensores del narcotráfico. Todos queremos acabarlo.
Segundo, el glifosato no ha dado resultados positivos. Tres elementos claves, primero, en Nariño se asperjaron durante diez años tres millones setecientos mil litros de glifosato y ¿qué paso? Se incrementaron los cultivos de uso ilícito casi en cuatro mil hectáreas.
Segundo, el glifosato es dañino, y para eso tenemos argumentos; el mismo Estado colombiano lo ha reconocido cuando concilió con el vecino país del Ecuador en el año 2013 y le pagó 15 millones de dólares por una demanda que le había puesto Ecuador por los daños causados en su territorio por la aspersión. Y si el Estado colombiano reconoce y paga para conciliar, es que reconoce el daño que produce. Entonces, el glifosato es dañino.
Y el tercer elemento resultó más costoso que la sustitución de cultivos de uso ilícito. Si usted ve el informe de la ONU, entiende que el fenómeno se va desplazando, ¿por qué ahora tenemos reducción en Tumaco? Porque se ha intentado la sustitución de cultivos de uso ilícito. Hay que rescatar las familias, la democracia y la institucionalidad y no dejarlos a merced de la delincuencia. Cuando entendemos eso, vamos a entender que podemos hacer un trabajo integral y estructural.
¿Y la erradicación manual?
La erradicación nos cuesta vidas de nuestros soldados, de los policías y de civiles. En Nariño han muerto varios en esa tarea y además se dio una masacre, que fue la de El Tambillo, en la que asesinaron a siete campesinos. Perdemos a los hijos más humildes de nuestro país, y con un resultado que es más fuerte, 35 % de lo erradicado tiene resiembra. Entonces, personas pierden la vida pero se vuelve a sembrar en el mismo territorio porque la Fuerza Pública pasa y tendrá que irse, pero deja el mismo problema, el hambre de los ciudadanos y de los campesinos. Pero, además, deja claro que no tienen otra opción. 450.000 pesos recibe una familia que siembra coca. Esa es la oferta de la criminalidad. ¿Y cuál es la del Estado? Ninguna.
Entonces, bienvenidas estas propuestas como las Zonas Futuro, pero me queda una duda: ¿de cuánto presupuesto estamos hablando?
Gran parte de los cultivos ilícitos están sembrados en territorios de los consejos comunitarios, ¿cómo intervenir con las autoridades indígenas para frenar este problema?
Ellos están dispuestos. Lo que ha pasado en Altamira y frontera, ahí se ha aplicado la sustitución de cultivos y se ha reducido el número de hectáreas.
Mejor dicho, ¿qué es lo que ocurre? Que las familias en Nariño están dispuestas a la sustitución, el que no ha cumplido es el Gobierno. Ellas están listas y han firmado voluntades, lo que no tienen es la contraparte del Gobierno para cumplirles a estas familias. Estamos hablando de cumplir al desarrollo territorial y, además, cumplirle a la comunidad internacional, que le apostó a un ejercicio de la paz.
Y no solo me quedo en una crítica, le decimos al Gobierno: ponemos 100.000 millones de la gobernación del departamento de Nariño para sustitución de cultivos de uso ilícito. Vamos a atender esto desde la raíz y cumplir con unos acuerdos que son de Estado y que no pueden cambiar la visión con el gobierno de turno. Mientras sigamos en conflicto, mientras sigan las rutas del narcotráfico, acá no habrá desarrollo posible.
Nuestra apuesta por la paz no fue por las Farc: era lo que menos nos importaba; fue por la posibilidad de una presencia integral del Estado en el territorio que no se ha dado, y que después de la firma de la paz ha sido inclusive peor para el departamento de Nariño.
La comunidad del Pacífico nariñense se siente muy apartada de los intereses de la zona Andina de Nariño. ¿Desde su gobernación qué ha hecho para integrar esta región?
La zona del Pacífico tiene una capital más natural que es Cali. En las familias tumaqueñas cuando se enferma alguien prefieren salir a Cali. Es más su contexto que lo que es Pasto. Entonces sí hay una división que asumimos, pero nosotros preferimos reconocer estas diferencias.
Desde la campaña dije: ahora no voy a bailar currulao cuando no tengo ni idea de eso, o a comer comida de mar cuando nunca he comido; prefiero reconocer las diferencias del departamento, con todo el potencial de esta tierra.
Porque lo que me molesta es que esta tierra tiene el potencial inmenso del Pacífico y no se valora. Lo que quiero es que se tengan en cuenta las capacidades de esta región partiendo de las diferencias.
Pero esto se puede confundir con un desentendimiento de Tumaco y los municipios del Pacífico como parte del departamento de Nariño…
No. Obviamente, este es nuestro Nariño. Pero qué nos ha pasado y hay que reconocerlo, ha habido dificultades administrativas en Tumaco. Cuatro alcaldes en este periodo, entonces es una inestabilidad constante. Nosotros ya teníamos listos los recursos desde el primer año de nuestro gobierno para la terminal de transporte y llega otro alcalde y nos dice, no vamos más con ese proyecto, vamos a poner otro lote, vamos a modificar la propuesta.
El municipio con más recursos destinados era Tumaco. Justamente por el reconocimiento que hay que hacer, que si estamos hablando de equidad hay que cerrar las brechas, y para cerrar las brechas se debe hacer inversión. Pero la realidad es que tenemos imposibilidad de ejecución ante una desinstitucionalidad tan grande como la que ha vivido Tumaco.
Le pongo otro ejemplo, el del hospital de Tumaco. Aportamos dos mil quinientos millones de recursos propios, eso no lo encuentra usted en ningún otro municipio, no tenemos recursos propios para tanto, pero le apostamos al mejoramiento del servicio de salud de Tumaco y de toda la costa Pacífica. ¿Qué paso? Cambiaron el Superintendente de Salud, nombra de gerente a una nueva persona y frenaron el proyecto.
Ya la gobernación de Nariño no tiene posibilidad de hacer más cosas. Incluso, han rechazado recursos de la gobernación para el hospital.
Esas son situaciones concretas que duelen desde la lectura de lo que significa lo público. Hay dos cosas insoportables, que lo público quede amarrado a intereses de privados y que los tiempos no obedezcan a las necesidades de nuestra gente. Sobre esto hay que hacer profundas reflexiones para zonas que necesitan una intervención integral del Estado en su territorio.
Durante su paso por la gobernación, ¿cuáles considera que son sus mejores logros?
Primero, organizar la casa. Recibí el departamento en segunda categoría y lo entregamos en primera. Recibí el departamento en el puesto 23 en el índice de desarrollo fiscal, que mide el manejo de los recursos, y ahora está en tercer lugar. Recibí el departamento en Ley 550, y después de 17 años logramos nosotros terminar de pagar esa deuda y hoy es un departamento fortalecido. Le estoy dando resultados concretos administrativos en materia financiera que significa que entrego el departamento 0 kilómetros. El nuevo gobernador tendrá todos los recursos disponibles para inversión. Ni una sola deuda con ningún banco tiene el departamento de Nariño.
Segundo, el ejercicio y puesta en práctica de un gobierno abierto y de innovación social. El único gobierno abierto de Colombia certificado es el departamento de Nariño. Solo 20 gobiernos regionales hacen parte de la Alianza para el Gobierno Abierto en el mundo, cumpliendo con unos estándares internacionales por sus buenas prácticas en transparencia, participación y colaboración.
En materia de participación logramos el gobierno más participativo en la historia de Colombia. 120.000 personas hicieron parte de decisiones sobre qué hacer con los recursos públicos. Tenemos un gobierno que además se esforzó en innovación social y tenemos hoy la primera política pública de innovación en Colombia. No la tiene Medellín, que es el referente más importante para el país. No la tiene Bogotá. La tiene Nariño.
Claro, no todo es bueno; aquí hay que hablar de los cultivos ilícitos, minería ilegal, el subsidio de la gasolina, el subsidio del gas, realidades de nuestro territorio. Pero desde la gobernación logramos construir los pilares de un nuevo gobierno basado en economía colaborativa, participación social e innovación.
Su mandato también fue muy crítico con el Gobierno Nacional. ¿Logró una relación armónica que le permitiera, por ejemplo, reunir recursos para adelantar estos proyectos?
Yo creo que hay responsabilidades por asumir, las responsabilidades son mandatos ciudadanos. Por supuesto que si el Gobierno Nacional lo que quiere para un departamento como Nariño es glifosato, tendrá la resistencia plena del pueblo. Porque eso es solo pensar desde el escritorio, sin saber la realidad del territorio.
Cuando usted encuentra esa lógica de poder, va a tener una postura que es la postura histórica del departamento de Nariño: rebeldía. Este ha sido un departamento al que le ha tocado conquistar cada paso con lucha social. Así que nosotros somos hijos de una resistencia, pero también de un ejercicio de propuesta.
Yo no quiero quedarme en la crítica, porque, a pesar de las dificultades, desde Nariño tenemos que aportarle mucho a Colombia en Gobierno Abierto, innovación social; es decir, estirar la mano no es solo para pedir, sino también para aportar. Y en esa medida somos críticos con el Gobierno, pero también le decimos: aquí ponemos 100.000 millones de pesos para aportar en la sustitución de cultivos, hagamos algo juntos.
Más allá de la carreta de ‘no importan las diferencias partidistas’… claro que importan, nosotros tenemos visiones diferentes. Ahora, si nos ponemos de acuerdo para adelantar proyectos, listo, cuánto pone y cuánto ponemos. Pero que se diga eso en cifras; es decir, que no se anuncien las Zonas Futuro y no sepamos cuánto.
Ahora le digo: así como soy crítico con Duque, fui crítico con Santos. A Santos le dije: basta ya de pasear la palomita en la solapa por el mundo, porque aquí no hubo paz; en el departamento de Nariño se incrementó el conflicto. Entonces, claro, los amigos de un lado me critican diciendo que critico a sus amigos; y los amigos del otro hacen lo mismo. Nosotros lo que hacemos es una defensa del territorio como demócratas y tenemos unas posturas distintas, pero finalmente dejando claro los pilares de lo que deben ser los nuevos gobiernos.
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