Rincón literario
Por Irma Zambrano
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Antes de la década de los años treinta, Ancuya carecía de un sistema de acueducto para solventar la necesidad del preciado líquido de uso personal y doméstico, las personas del casco urbano acudían a los pequeños arroyos que existían cerca a la población; como eran “Los Corros,” “El Pantano” y el “Olival” para abastecerse de agua.
Las personas de buena solvencia económica, contrataban a señoras encargadas de transportar el agua hasta los distintos hogares, a estas señoras se las conocía con el nombre de “Aguateras”. El líquido era transportado en pondos de barro cocido y en calabazos, el cual era almacenado en grandes tinajas de barro.
Para el lavado de ropa contrataban lavanderas por un lapso de un año las cuales iban semana por semana a las fuentes del Chorro Alto, el Pescadillo y el río Papayal. Estos lugares también eran utilizados para bañarse, principalmente los días sábados.
En la década de los años treinta, los alcaldes de la época señores: Benjamín Peña, Adolfo Acosta Benavidez y Gonzalo Castro; tuvieron la idea de transportar el agua por acequias desde la quebrada Bocanegra hasta un tanque de almacenamiento construido en el sector el Pantano, y desde este se llevaría el agua hasta unas pilas construidas en diferentes lugares del pueblo, a través de mingas construyeron el curso del agua colocando canaletes de barro cocido con su respectiva tapa.
Las pilas estaban ubicadas en lugares estratégicos de la población distribuidas de la siguiente manera.
Pila No. 1: carrera quinta, salida a Linares.
Pila No. 2: Esquina de la plaza principal.
Pila No. 3: En la carrera tercera, a una cuadra de la plaza principal.
Pila No.4: Respaldo del templo.
Pila No. 5: En carrera primera, salida al Guáitara.
Por decreto de la administración sólo se permita recoger agua de las pilas para el consumo doméstico, estaba totalmente prohibido usar dicha agua para bañarse y lavado de ropa.
Además, debían cumplir con un horario de recolección del agua, de 5 a 7 p.m. donde se miraba desfilar a las señoritas con su pondo o calabazo al hombro a cumplir con la misión del hogar.
En el año 1954, encontrándose como párroco el presbítero Flórez Milo Flórez y como alcalde el señor Pedro Nel Erazo y de personero el señor Hernando Bravo Caicedo; se proponen gestionar ante el gobierno departamental dirigido por el Doctor Sergio Antonio Ruano, la solicitud de la construcción de un acueducto para el casco urbano del municipio de Ancuya.
A mediados de ese año es aprobado el presupuesto para la ejecución del proyecto y dar inicio con la construcción de un tanque de almacenamiento en la quebrada Bocanegra, igualmente se inicia con la apertura de chambas por las calles de la población para ingresar la tubería a los diferentes domicilios.
Para este trabajo se contrató al maestro de obra señor Rafael Vanegas, quien trajo algunos obreros de la ciudad de Pasto y Samaniego, entre ellos los señores Carlos Melo y Moisés Mora.
Los ancuyanos que trabajaron en la construcción del acueducto fueron los señores Telmo Rivera, Luciano Zambrano, Bolívar Leytón, Olegario Otero, Ernesto Mora, Joaquín Ortega, entre otros.
La instalación de agua domiciliaria se la realizo en tubo galvanizado y tenía un costo de 100 pesos para instalar en cada vivienda, los encargados de realizar este trabajo fueron los señores Luis Leyton y Pedro Hidalgo.
En el año 1955, se llevó a cabo la inauguración del acueducto municipal con una gran ceremonia.
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