Camino al bicentenario de la Batalla de Bomboná 11

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Remembranzas consaqueñas
Despertar
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com

Consacá ha despertado no tan abruptamente como se presagiaba, sino gradualmente como si se hubiera planeado. Pareciera que todos y cada uno de los momentos que se vivieron por la pandemia de una enfermedad que llegó silenciosa pero depredadora, se fueran esfumando como por arte de magia y quedando en la bruma de un olvido que queremos afianzar sin haberse afianzado.

El mundo entero enfrentó y enfrenta a un enemigo que causa muertes sin respetar estatus, títulos, distinciones ni procedencia. Generó una batalla que no sabemos cómo va a terminar y, aunque el enemigo ronda por el mundo entero, se ha extendido la sensación que hemos aprendido a convivir con él sin haberlo derrotado.

El silencio de las calles decretado por los gobernantes es cosa del pasado. Han vuelto las fiestas, los espectáculos, las celebraciones, los paseos, las conmemoraciones y demás que privadamente se impulsan y aquellas públicas que conviene adelantar de acuerdo al querer de las autoridades de turno del gobierno nacional, departamental y local.

Ahora que el letargo programado se empieza a alejar recorro solitario el campo de la batalla en Cariaco y Bomoboná, lo encuentro desolado y no precisamente por la superada soledad, los últimos 7 de abril no se han presentado conmemoraciones, los discursos no se han hecho escuchar, el año de inicio de la pandemia difundieron la idea de encender una vela en la noche en reconocimiento y solidaridad, la que ausculté cual fugitivo por las restricciones de tránsito inclusive peatonal, determinando que no la cumplieron siquiera quienes tuvieron la entereza de idear la jornada comarcal.

Dicen que la verdadera historia de la batalla aún no se ha contado, que los hechos se adecuaron a los intereses de la historiografía oficial, pero aunque esto suena a verdadero, de una lectura de lo que se conoce podemos derivar que en esta épica jornada confluyeron muchas facetas de la vida humana terrenal, desde el sentir de unos principios orquestados, el desplazamiento irreflexivo y sigiloso hacia los lugares donde se iban a enfrentar, las estrategias veraces y fallidas de batalla que desencadenaron en combate desigual, el desolador resultado de las guerras concluida deprecando una suspensión de armas y un cruce de misivas entre contrincantes en gesto de humanización total, pero sobre todo la nostalgia serena de la hidalguía de vencedores con vencidos que aún no se ha vuelto a replicar.

Todos los combatientes que terminaron su vida en esa batalla en pro de una causa que en su momento consideraron justa, desde sus tumbas miran con estupor lo que hoy pasa en este universo sin igual y pensarán que las guerras no han terminado, que persisten en el tiempo y se extienden por el espacio sideral, guardando el secreto convencimiento que sea cual sea el resultado final de cada una de ellas, lo mejor de la vida que vivimos es la vida que nos ha correspondido enfrentar.

Consacá, 10 de septiembre de 2021

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