‘Castrochavismo’, el coco de los desubicados

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Endulzando las palabras

Por Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
Colombia despierta la atención por
su peculiar folclorismo, ese que sorprende a otros pueblos en el planeta. No se
cambian con nadie vociferando que este país es el más feliz del globo, hecho
festejado por mucha gente que no ha entendido en qué lugar vive. Lastimosamente
esta actitud conformista ha permitido que políticos se apropien de esta
debilidad y saquen provecho
. Las campañas de este siglo han sido marcadas y
muchas tomaron rumbo gracias a frases célebres que carcomieron la macondiana
mente de los sufragantes, por ejemplo, ‘seguridad democrática’, ‘prosperidad
para todos’, entre otras.

También han sido exitosos montajes
fríamente calculados, asegurándoles ganancia a los ‘zorros’ de la patria boba.
Muchas acciones bélicas y otras confusiones guerristas se han tomado como
caballito de batalla para lograr el objeto de los sinvergüenzas caudillos. Cada
ataque guerrillero o paramilitar es criticado por la mayoría de colombianos
,
pero aprovechado por los canallas de siempre, para luego decirle al pueblo hipnotizado
que ellos tienen la solución a tan semejante barbarie, sin importarles las
vidas que se pierdan y el sufrimiento de las familias.
Pero la palabra mágica que ha roto
el récord hasta la fecha es, ‘castrochavismo’, inventada por un astuto paisa
que dedica su agitada vida a convulsionar un país que en un inicio lo consideró
una alternativa de cambio, pero con el paso del tiempo se ha convertido en una
seria amenaza para el desarrollo de las comunidades. ‘Castrochavismo’, surge a
raíz de la gran presión del pueblo a través de candidatos contrarios a la aseda
politiquería
, enfrentando a la enquista élite de la política nacional. El
expresidente Uribe Vélez, la sacó del estadio al intervenir el cerebro de un
importante sector de la sociedad con tan compleja palabra.
Han pasado algunos años desde que
esta expresión invadió las mentes de improvisados ciudadanos, quienes no dudan
repetirla en coro cada que levanta el dedo el ‘patrón’ del Ubérrimo. No es raro
encontrar taxistas, desempleados y muchos empobrecidos económicamente
balbuceando el maquiavélico, ‘castrochavismo’
, que significa mezcla de dos
apellidos, Castro y Chávez, políticos y gobernantes en sus propias naciones
distintas a esta que se hunde en la miseria humana.
Sin embargo, el ‘castrochavismo’ ha
ido calando en las neuronas de desubicados que aún creen que la mamá de Kalimán
existe, siendo estos mismos los replicadores de un inexistente vocablo en la
Real Academia de la Lengua, cuyo eco en algún momento quiso posesionarse, pero
luego empezó a esfumarse, así como las plumas de las aves en el aire. Lo bueno
es que el sentido de este endemoniado e irónico término pierde importancia y
empieza a acomodarse como una simple estrategia para espantar a niños
traviesos.
En nuestra época, los muchachos de
campo por lo general siempre fuimos castigados sicológicamente cada que
desobedecíamos. Los padres de aquella época utilizaban una frase tenebrosa: ‘te
tomas la sopa o te hago llevar del coco
’, suficiente para obligar a nuestros
estómagos a embutir comidas no deseables, para evitar ser arrastrado por el
famoso fantasma. De esta manera los progenitores controlaron gran parte del
crecimiento de los hijos, por lo menos hasta que tuvieran uso de razón. Fue una
estrategia que funcionaba bien hasta que apareció el inevitable internet y
mandó a volar al coquito.
En este caso, el ‘patrón’ del
Ubérrimo se salió con la suya, colombiano que se respete debe votar por su
candidato, de lo contrario el ´castrochavismo’ se tomará a Colombia, y muy
pronto los compatriotas serán fiel reflejo de los hermanos bolivarianos. El
‘castrochavismo’ fue determinante para que la masa saliera furiosa a votar en
contra del plebiscito cuyo objetivo era refrendar los acuerdos de paz entre
gobierno y Farc
. De esta manera se ha intentado seguir con esta macabra
maniobra que con el paso de los días se ha desgastado considerablemente.
Como siempre suele suceder en época
político-electoral, los candidatos producto del clientelismo son proclives a
usar destrezas malintencionadas con el fin de lograr adeptos y fortalecerse,
aprovechando el folclorismo del típico colombiano que, pese a la problemática
socioeconómica del país, insiste en dejar su futuro en manos de otras personas
ajenas a su propia realidad
.
El ´castrochavismo’ ya no es el coco
de los desorientados
, más bien empieza a transformarse en una amenaza para
niños cuando no quieran tomarse la sopa o realizar las tareas escolares. Ya
nadie come cuento.

Domingo, 11 de febrero de 2018

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