Día de los inocentes

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Por John Jairo Rodríguez Saavedra

Facebook: johnrodriguezsaavedra
El tipo (gorra negra, pantaloneta y
aros en las orejas), huye de un grupo de adolescentes que le tiran bombas
llenas de agua. En la esquina del parque lo alcanzan. Él se detiene. Dos niños,
otro chico de dieciocho y dos mujeres adultas hacen parte de su combo. Intenta
esquivar las bombas que son lanzadas con violencia por el grupo de
adolescentes. Luego, cuando cree que la persecución se ha acabado, les da la
espalda y camina, pero los adolescentes, a menos de cincuenta metros de
distancia, le tiran dos, tres bombas más, al rostro, directo, con rabia, con
fuerza
.

El tipo les advierte. No me tiren a
la cara, les dice, pero ellos, los adolescentes, le ajustan un dicho de hace
tiempo en esta celebración de día de los inocentes y en casi todas las del
Carnaval de Negros y Blancos: “Para qué sale”. Los dos grupos están
cerquita, de frente. Ya no se temen. Ya se dejaron invadir por el odio. Ya
cualquier cosa puede pasar
.
Un minuto después, el tipo le hace
una seña a una de las chicas de su combo. Ella lee perfecto el mensaje. Se mete
la mano entre sus pantalones, saca un puñal y se lo pasa. El tipo, puñal en
mano, se devuelve y los adolescentes, ahí sí, salen corriendo veloces
y se
pierden en dirección a la plaza de mercado.
El 28 de diciembre, en Nariño, se
celebra el día de los inocentes y hace parte de los Carnavales de Negros y
Blancos. Hace muchos años en esta fecha se solía echar agua, había baile en la
plaza pública y la fiesta duraba hasta altas horas de la noche. Esa manera de
celebrar llevaba a la violencia, no sólo entre personas, sino además contra la
naturaleza
. En esos años pensábamos que el medio ambiente era eterno, que no
nos iba a faltar nunca y el cambio climático no estaba en nuestras charlas
cotidianas.
Pasto empezó con el ejemplo: buscó
una alternativa para seguir con la celebración, pero de otra manera. Ahora, en
vez de echar agua, en distintas calles de la capital de Nariño, se pintan las
calles
. A esta práctica se le llama Arco iris en el asfalto, pero en los
municipios del departamento aún la práctica de echar agua se mantiene.
Sandoná es una muestra de eso. Desde
temprano hoy vi en muchas calles a gente botando el agua. No importa cómo la
boten: con baldes, con tazas, con mangueras, o de la peor manera: con bombas
que se lanzan violentamente entre las personas
. Eso no debería seguir pasando,
pero pasa. Y no escuché ni una sola palabra de prohibición por parte de las
autoridades.
Hoy, en Sandoná, en la tarde, en la
esquina del parque, pudo suceder una tragedia
. Incluso pudo haber muertos, y
las autoridades, ausentes, desentendidas, invisibles.

Definitivamente estamos en la mierda.

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