Días de reflexión

Jorge Arturo Bravo, columnista
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El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com

El pasado domingo 13 de abril, todos los católicos del mundo, celebramos el Domingo de Ramos, el comienzo de la Semana Santa, el comienzo de la Semana Mayor; recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, donde con los gritos de ¡Osana! ¡Osana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, Jesús fue aclamado por todo el pueblo, pero lastimosamente serían los mismos, quienes días después, clamaron y pidieron, también a gritos, su crucifixión. ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!, decían.

Como ellos, a los que Jesús llamó fariseos, sepulcros blanqueados, hay muchos en nuestro medio, en todos los estamentos de la sociedad colombiana y nariñense, en particular, en unos más que en otros, hoy nos alaban, “hoy con cara de mojigatos” nos aclaman, nos dan palmaditas y mañana están pidiendo nuestra cabeza y hasta ponen en tela de juicio nuestro desempeño, como lo hacen los hinchas del Pasto, primero lo aplauden y después lo insultan.

Que estos días Santos, sean días de reflexión, días para dedicarlos a la oración. Que todos dediquemos un tiempo, para pensar en nosotros mismos, en nuestra familia, en nuestros amigos, en nuestro trabajo y hasta en nuestros enemigos, pero, ante todo, pensemos y pidamos por la tan anhelada y soñada paz de Colombia, no obstante, los entretenimientos que nos ofrecen los diferentes medios de comunicación.

Que estas reflexiones sirvan igualmente para un cambio de actitud, que dejemos a la vera del camino, entre los fríos pavimentos, esas actitudes de arrogancia, de soberbia, de indiferencia, de prepotencia; actitudes de envidia y egoísmo, y nos dejemos llevar y guiar, por las actitudes de sencillez, de humildad, de solidaridad, de perdón y comprensión, de bondad y generosidad, prometiéndonos, ante Cristo Crucificado, ser en todo momento, mejor con todos, y vivamos en Paz con Dios, con la familia, con la naturaleza y con el medio ambiente.

Y “que no nos dé miedo de abrir las puertas de nuestro corazón a Jesucristo”, como dijo alguna vez Juan Pablo II; Y “no permitamos tampoco que el diablo se meta en nuestros bolsillos”, como dijo el Papa Francisco cuando estuvo en Colombia, refiriéndose a la corrupción imperante en nuestro país, en nuestro departamento, en nuestro medio, que tampoco están exentos de tantos corruptos.


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