Visión de mujer
Por Elsy Melo Maya
elsy.ya@hotmail.com
Sin mayores comentarios, hoy quiero invitarlos a la lectura de un hermoso escrito, que sin dudarlo, será de fácil comprensión y agrado para quienes de verdad, aman y valoran a sus mascotas, y obviamente me incluyo entre ellas. Su autor es Daniel Habif, un escritor mexicano considerado como uno de los mejores y más importantes oradores de habla hispana en el mundo, que promueve la mejora integral del ser humano y que es descrito como “un traficante de autoestima, un artesano del desarrollo personal, un enamorado de la fe”. Y así le escribe a Lucio, su gato que fallece.
“Diría que fui tu dueño pero me equivoco, creo que fui más tu acompañante y en la mayoría de las ocasiones tu servidor. Antes de tú partida tuvimos una bella charla entre ronroneos y risas, besé tu frente y tu lengüeteaste cansado mi frente, tus ojos a medio abrir por el dolor hicieron el bello esfuerzo de mirarme con todo tu amor y puedo asegurarte que supe lo que me decías “Todo estará bien Dany, me voy antes para ir rasgando los muebles de tu morada eterna” te vi reír con ese maullido que te caracterizaba. 17 años pensé que te cuidé pero ayer antes de tu partida me di cuenta que fuiste tú quien me cuidó a mi.
Me gustaban tantas cosas de ti, sobre todo tu carita chata y la nariz no más grande que un punto, me gustaba que para ti, cualquier lugar era perfecto si así lo decidías en el momento, me gustaba saber que sin hablarnos sabíamos lo que decíamos, nos gustaba observar las mismas cosas los domingos por la mañana, yo deseaba volar como las aves, tu deseabas morderlas, yo huía de los mosquitos, tu los perseguías aferradamente tirando todo a tu paso. Me gustaba que lo interesante lo seleccionabas al azar, interrumpías cínicamente como lo hace la muerte, lo que hoy importaba, mañana no tenía ningún valor, te compré buenos juguetes según yo y tú preferías la caja de cartón y así me enseñaste que el juguete no importa sino la imaginación que se aplique al jugar. Cada uno de mis gatos me ha hecho entender mejor el mundo, me han prestado su sabiduría y serenidad, admiro su absoluta honestidad y que jamás los ves disimulando sus sentimientos o carácter, simplemente son.
Te voy a extrañar amado LUCIO, te comento que el refrigerador ya no será lo mismo sin tus maullidos, ni mis insomnios escribiendo sin tus patas apretando el teclado de mi computador; por favor dile a todos los demás de nuestra manada, que les extraño como el loco extraña a la razón.
Ruego a DIOS volverlos a ver. El escrito era para desahogarme, pero tendré que pararme porque me estoy inundando por dentro, y el teléfono no deja de gotear y no quiero despertar a mis vecinos con sollozos. Ya te escribí, ya te puedes ir. Le pido a DIOS que en el paraíso también pueda estar contigo y con todos mis gatos”.
Noviembre 2 de 2020
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