Visión de mujer
Por Elsy Melo Maya
elsy.ya@hotmail.com
El pasado 2 de mayo se conmemoró el día Mundial contra el Acoso Escolar. Un flagelo más que afecta a las niñas y niños hoy en día y que se conoce popularmente como Bullying el cual suele ocurrir durante el recreo, en los baños o pasillos de la institución educativa, a la entrada o salida de la misma, en el salón o en la ruta de transporte o por internet si se trata de ciber bullying, lo cierto es que sus consecuencias son tan graves, que pueden acabar con la vida de los menores afectados y puede estar ocurriendo sin que los padres se percaten, porque generalmente inicia como un simple juego que termina en tragedia.
El acoso escolar no es otra cosa que la exposición que sufre la niña o el niño a daños físicos y psicológicos de forma intencionada y reiterada por parte de otro, o de un grupo de ellos, cuando acude al colegio. El acosador aprovecha un desequilibrio de poder que existe entre él y su víctima para conseguir un beneficio (material o no), mientras que el acosado se siente indefenso y puede desarrollar una serie de problemas psicológicos que afecten directamente a su salud o incluso, en situaciones extremas, propiciar que quiera acabar con su vida mediante el suicidio.
De ahí la importancia que tanto los padres de familia como los profesores, estén atentos a los síntomas que los menores acosados suelen presentar y que van desde la falta de interés en asistir al colegio, dificultad para dormir o concentrarse en sus estudios, ansiedad, temor a estar solos, depresión, aislamiento social dentro y fuera de su familia, llanto incontrolable y repentino, pesadillas constantes y por supuesto, la negación de los hechos y es este proceder el que lamentablemente aumenta el poder que el acosador tiene sobre su víctima, toda vez que cuenta con el silencio del menor acosado y por tanto, con la facultad de continuar e incrementar su maltrato sin sufrir ninguna sanción.
Según los estudios realizados, las formas que utiliza el acosador para intimidar a su víctima, se dividen en acoso físico, con golpes, empujones o escondiéndole sus útiles; acoso verbal, con insultos, sobrenombres o amenazas ; acoso social, cuando convence a sus compañeros de aislar a la víctima con rumores mal intencionados que lo humillan en público; acoso sexual, burlándose de su orientación sexual o realizando acciones sexuales no consentidas por la víctima, y finalmente el acoso por internet, el más recurrente y fácil de adelantar a través de las diferentes plataformas y medios tecnológicos, con mensajes , imágenes o rumores falsos y/o denigrantes que rápidamente se difunden de forma anónima y eficazmente dañina.
Para poder ayudar a nuestros menores, debemos empezar por creer que es verdad lo que ellos nos cuentan y dedicarles el tiempo necesario para escucharlos.
Mayo 6 de 2019