El fútbol femenino nos calló la boca

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Por Paola Andrea Gómez Perafán
Tomado de www.elpais.com.co

Sí. Contra viento y marea lo lograron. La Selección Colombia Femenina hizo una gran campaña en la Copa América, se clasificó al Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023, y a los Olímpicos de París 2024. Las jugadoras pusieron al país a vibrar, a aprenderse sus nombres y a sentarse 90 minutos a verlas jugar.

Lo hicieron con pasión, entrega y perseverancia, durante todo el torneo. Nunca la han tenido fácil. Vencer los prejuicios de una sociedad machista que se resiste a cederles espacios y apoyarlas es una odisea. Tampoco ha sido fácil vencer la mirada crítica de tantos seguidores del balompié, que piensan que las mujeres no saben jugar fútbol, que no tienen táctica, que solo corren detrás del balón, a ver si llegan al arco.

Catalina Pérez (Real Betis, España); Mónica Ramos (Gremio, Brasil); Daniela Arias (Pachuca, México); Jorelyn Carabalí (Deportivo Cali); Manuela Vanegas (Real Sociedad, España); Daniela Montoya (Junior); Lorena Bedoya (Nacional); Leicy Santos (Atlético de Madrid, España); Catalina Usme (América); Linda Caicedo (Deportivo Cali), y Mayra Ramírez (Levante, España), solo merecen aplausos de pie. Como también el resto de la nómina, entre ellas Daniela Arias, Sandra Sepúlveda, Angie Castañeda, Lady Andrade, Liana Salazar, Tatiana Ariza, Gabriela Rodríguez, Diana Ospina…

Y las que no están en la Selección por no quedarse calladas, exigir un trato digno y pedir lo justo. No hay cómo justificar las ausencias de Yoreli Rincón, hoy en el fútbol de Italia; Natalia Gaitán, en el español, e Isabella Echeverry, en México. “Lo que estamos peleando son nuestros pagos, nuestros derechos, que paguen nuestros tiquetes”, dijeron en su momento, pero eso les costó el exilio futbolístico. Hágame el favor.

Todo lo que ha pasado con el fútbol femenino en Colombia es una radiografía de lo que ocurre en una sociedad patriarcal: mujeres que tienen que demostrar más de lo normal para que les crean; esperar siglos para que les entreguen espacios que no deberían tener dueños; trabajar duro para romper los techos de cristal, a ver si algún día les pagan lo justo, como ya bien lo lograron las jugadoras de Estados Unidos, que se anotaron un golazo al conseguir igualar su salario al de los hombres. Y un #metoo que ha evidenciado que el acoso está ahí, y que no ha sido fácil de vencer, porque algunos abusan de su posición.

Por fortuna hay quienes merecen todo el reconocimiento. Como el técnico Nelson Abadía, gran parte de la prensa deportiva que lo hace a conciencia, algunos directivos que sí creen en ellas y tantos otros aliados valiosísimos. A la hinchada que ha estado ahí, siempre, no solo ahora que la Selección está de moda. Gente que sueña con que algún día no haya que rogar para que Colombia tenga una liga femenina permanente y digna. La gran paradoja es tener una Selección dándonos cátedra, mientras el país que representa no tiene liga para este segundo semestre del año.

No podemos desconocer la realidad de muchos clubes nacionales que apenas sobreviven. Pero por Dios, cuántos años llevamos en esta discusión. Lo que se requieren son cambios estructurales en la manera en que se financia el fútbol. Patrocinadores que aporten para ambas ligas, porque así está estipulado en el contrato. Una acción afirmativa (como las leyes de cuotas) que garantice la financiación, hasta que el fútbol femenino ruede solo.

Y menos cháchara de una Dimayor, explicando los imposibles, en lugar de buscar los posibles. Gracias al América, el Cali, Cortuluá y Millonarios que tienen sus equipos y están comprometidos. Ahora, los dos equipos de nuestra ciudad, con competencias internacionales pendientes, no tendrán cómo foguearse porque no hay torneo. Y muchas de estas jugadoras, como las de otros clubes del país, ahora deben ocuparse en los empleos que les dan el sustento, porque del fútbol no pueden vivir.

Hay que darse la pela, como cuando usted arranca un negocio y debe esperar. Y aprovechar la efervescencia del momento, para animar a la hinchada y empezar a cosechar la asistencia a los estadios. Pero eso es con tiempo, señores, no es de la noche a la mañana. Así que menos excusas. Esto es puro asunto de voluntad política. Y aprovechar que el presidente electo trinó que apoyará la Liga Femenina, hay que cogerle la caña rapidito.

Mucho camino por recorrer, pero la revolución se está dando. Y está claro que hay con qué. Gracias, jugadoras porque le han dado al país una lección de vida, que va más allá de las canchas.

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