Visión de mujer
Por Elsy Melo Maya
elsy.ya@hotmail.com
El síndrome del nido vacío, es descrito como la sensación de soledad que los padres u otros tutores pueden sentir, cuando sus hijos abandonan el hogar. De existir un lazo maternal o fraternal fuerte, entre uno o ambos padres con sus hijos o hijas, puede empeorar esta condición, en especial si la distancia física entre ellos, significa una mayor dificultad para visitarse. Y justamente esto es lo que está ocurriendo con ocasión de la pandemia por COVID 19, con los adultos mayores.
A propósito del tema, recordemos que las medidas de aislamiento social y cuarentena, se impusieron con mayor rigurosidad a los adultos mayores, con el propósito de protegerlos del contagio, toda vez que son los más susceptibles al mismo. Sin embargo, y pese a la buena intensión de la medida, un grupo de adultos mayores interpusieron una tutela en defensa de sus derechos fundamentales relacionados con las libertades de locomoción y el derecho al libre desarrollo de la personalidad y en consecuencia se ordenó en su momento, inaplicar provisionalmente el numeral 35 del art 3 del decreto 749 de 2020.
Lo cierto es que el síndrome del nido vació se ha vuelto más importante en estos tiempos, donde las personas de la tercera edad, han debido permanecer por un periodo considerable, prácticamente aislados de sus familiares. En culturas como las de la India, África, medio oriente y este asiático, los ancianos son altamente estimados y sus descendientes tienen la obligación de cuidarlos de manera especial, en contraste con las culturas occidentales, donde pareciera que con mayor frecuencia, resulta inconveniente o no resulta practico ni atractivo, vivir con sus padres o cuidar de ellos. Tristemente la pandemia en muchos casos, ha sido el pretexto perfecto para desentenderse de sus padres, dejar de visitarlos y en consecuencia, incrementar en ellos, esa sensación de soledad, de abandono, de tristeza y desapego a la vida.
El cuidado y el respeto hacia los padres y madres de familia, no deberían ser considerados como una obligación legal; el amor hacia ellos, debería ser capaz por sí solo, de superar los inconvenientes y con mayor razón en este caso, donde predomina la preocupación por el avance del contagio, las muertes diarias y el rebrote de la enfermedad COVID 19, y son los hijos (as) los llamados a brindarles con las medidas de bioseguridad necesarias, el apoyo constante, la compañía adecuada y la comunicación permanentes, para que sus progenitores sientan que no son un estorbo, que siguen siendo importantes, en honor a sus cuidados, a su conocimiento y experiencia y a la vida misma que les han entregado. El tiempo no pasa en vano y un día, ya no abra tiempo para expresar lo que ellos muy seguramente deseaban escuchar.
Octubre 5 de 2020
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