En homenaje a quienes han partido

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Visión de mujer

Por Elsy Melo Maya
elsy.ya@hotmail.com
En el mes que comienza, se conmemora
por festividad religiosa o ancestral, el día de aquellos seres queridos que ya
no tenemos con nosotros pero a quienes seguimos extrañando
aunque se encuentren
“justo del otro lado del camino”, como lo dice San Agustín en su oración: “La
muerte no es nada: yo solo me he ido a la habitación de al lado. Yo soy yo, tú
eres tú. Lo que éramos el uno para el otro, lo seguimos siendo. El hilo no está
cortado. Llámame por el nombre que me has llamado siempre, háblame como siempre
lo has hecho. No lo hagas con un tono diferente, de manera solemne o
triste…recuerda lo que nos hacía reír juntos”.

Y entre tantas celebraciones, me
refiero a una que me parece especialmente sensible y es la que se realiza en
México, donde con alegría y convicción, se preparan para esperar la visita de
quienes han partido. Esta tradición que viene desde la época de los indígenas
de Mesoamérica y que fue reformada por los españoles en el siglo XV, se
conserva en la actualidad con un elemento representativo fundamental, que son
los altares con sus ofrendas, llenos de colorido, alegorías y significados
.
Ellos comienzan a tomar forma el 28
de octubre y llegan a su máximo esplendor el 2 de noviembre; un altar por
excelencia tiene 7 niveles y en el escalón más alto se coloca la imagen del
Santo de devoción de la familia
. El segundo nivel se destina a las ánimas del
purgatorio; el tercero contiene la sal, símbolo de purificación; en el cuarto
se ofrece el pan como alimento; el agua, las frutas y platillos ocupan el
quinto nivel. Las fotografías de los difuntos a quienes se dedica el altar se
encuentran en el sexto nivel y finalmente el séptimo en contacto con la tierra,
contiene una cruz formada con flores, semillas y frutas.
A través de las velas y sirios, está
presente el fuego y la luz para alumbrar el camino de las ánimas, de vuelta
hacia sus moradas. El agua, calma la sed de los visitantes después de su largo
recorrido. En la celebración, no faltan los rezos y la música pues la familia
entera se convoca para recibir con alegría la visita de sus parientes o amigos
más queridos
.
No dejes de hacerlo: arregla un
altar, recuérdalos con amor y alúmbrales el camino para que puedan visitarte,
alejen de ti la tristeza
y te brinden la satisfacción de evocar lo importantes
que fueron en tu vida y las enseñanzas recibidas.
29 de octubre de 2018

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