Extranjeros en Sandoná. Parte 2

Ramiro García, columnista
Spread the love

Mi Ventana
Por Ramiro García
ramigar71@ gmail.com

Gracias a la prodigiosa memoria de amigos contemporáneos, he logrado recabar datos confiables sobre ocasionales residentes extranjeros en tierras guaicosas. Esta es, entonces, la segunda parte de mi relato.

Se afirma sobre la estadía de un prestigioso comerciante italiano, don Rafael Lince, propietario de un almacén de artículos importados: paños ingleses, sombreros de fieltro italianos, y en general, finas telas para la confección de prendas de vestir. El señor Lince y familia fueron acogidos con beneplácito entre la comunidad, particularmente por sastres o modistas de la época.

De la misma nacionalidad del señor Lince, arribó el experto agrícola, señor Gorlatto, quien transmitió conocimientos sobre injertación de frutales y técnicas sobre el cultivo de uva, a estudiantes de la institución conocida como La Granja Ospina Pérez, en Consacá. El ciudadano italiano residió por una corta temporada en Sandoná.

En el segundo grupo de jóvenes norteamericanos integrantes del convenio de cooperación “Cuerpos de Paz”, llegó otro voluntario norteamericano. Fue Mr. Dennis Martin.  Su mayor incidencia radicó en transmitir e instalar capacidad técnica entre artesanos regionales, lo cual permitió incursionar en la diversificación y mejoramiento de calidad en varios productos manufactureros. Sus casi dos metros de talla y la práctica del baloncesto, junto a nuestro cuasi paisano, el gran basquetbolista, Carlos Erazo, lo convirtieron en un referente para practicantes de ese deporte; entre otros, varios exseminaristas que retornaron al poblado.

Casi a finales de los años setenta abordó la última generación de jóvenes voluntarios integrantes de otro convenio de cooperación “Comité de Cafeteros del Cauca- PEACE CORPS”, todos con buen manejo de nuestro idioma y expertos en conocimiento de técnicas agropecuarias, pues provenían de pequeños poblados rurales de USA. Realizaban labores de capacitación y acompañamiento a mujeres y jóvenes campesinos en diversas actividades agrícolas relacionadas con soberanía y seguridad alimentaria. Enfatizo en eso, pues conocí a algunos de ellos, como Kenneth (al margen de sus labores, bohemio y violinista de música country), Sandy, Elizabeth, y afectivamente, muy cercano a Cinthia Norcross, o Cindy, a secas.

Su movilización en “motonetas” de color zapote, convirtieron a estos personajes en parte del paisaje rural sandoneño.

Un amigo contemporáneo, Eber Insuasty, tuvo una relación sentimental con Janeth, otra joven norteamericana de ese grupo. Al finalizar la ejecución del convenio de marras, Eber y Janeth viajaron juntos hacia los EEUU, donde residen actualmente.

Escuché a alguien de mi época, una versión audaz: “Los gringos eran espías del gobierno norteamericano”. Sarcásticamente, podría afirmar que quizás estaban detrás del Clan de la choriza, del Cartel de la iraca, o confabulando para exportar pasteles de yuca con azúcar… No creo en esa discutible percepción, aunque tampoco es descabellada.

Como se puede inferir, Sandoná fue en aquella época un territorio receptor de varias personas migrantes, quienes recibieron la mejor y más generosa aceptación comunitaria. Muchos de los mencionados arribaron por negocios, trabajo, o en cumplimiento de una misión específica. Lograron integrarse a la vida y costumbres de la población con mucha facilidad y, creo, felizmente vinculados al folclor.

Para finalizar, debo confesar que Cindy es mi motivo inspirador de esta crónica sobre la incidencia de personas de distintas nacionalidades en mi poblado; pues su amistad y cercanía a mis afectos, fue una especie de refugio sentimental extra muros de la ruin politiquería local de entonces. Juntos, sin proponernos, transgredimos el protocolo conservador de una pareja convencional en una sociedad pudorosa. Ella, una bella y carismática rubia del voluntariado gringo; yo, un joven y outsider alcalde del poblado.

Eran épocas del fantástico Bob Dylan, aquel músico, poeta, compositor y cantante del folk estadounidense; a la postre, premio Nobel de Literatura, 2016.

Es historia y había que contarla…

Muchas gracias a mis amigos y colaboradores: Mery Concepción García, Héctor Cabrera, Jesús Meza, Álvaro Zambrano, Gilberto Erazo y Ramiro Castillo.

Mayo del 2025.


Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro Canal de WhatsApp


Este es un espacio de opinión destinado a columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a este fin por la página Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición de este medio digital.

Author: Admin

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *