Por Juan Pablo Arcos
Este viernes a las 2 de la mañana en la ciudad de Girardot, departamento de Cundinamarca, falleció el señor Julio Arcos Castillo, informaron sus familiares.
Julio Arcos Castillo nació el 6 de abril de 1931en el municipio de Sandoná, Nariño. Tenía por padre a Don Clímaco Arcos Salazar, quien fuera alcalde de Sandoná; por madre a Herminia Castillo Rivera, y por hermanos a cinco sandoneños más: Luz María, Hermisenda, Ilia e Inés, además de Don Clímaco Arcos Castillo, que siguió el mismo rumbo político del padre.
Julio, mientras tanto, optó por el camino de los números, la música, el ciclismo y el gran sueño que por esa época tenía seis letras: Bogotá.
Apasionado por el derecho, comenzó a trabajar como registrador municipal y luego como secretario del juzgado de este municipio. De allí contaba siempre las historias que lo habían marcado; historias de crímenes por resolver y justicia por acatar.
Pero sus sueños iban mucho más allá de las montañas de Nariño. Mucho más allá de Pasto, del Volcán Galeras y del caprichoso pero bienaventurado frío del sur. Tras conformar el Trío Nocturnal, de la mano de Arturo Morán y Alberto Hidalgo; de correr competencias de ciclismo como la Carrera Linares Ancuya y la vuelta al Volcán Galeras junto con el francés José Beyaert y Efraín “el Zipa” Forero, y luego de ser parte del Ejército Nacional en un reclutamiento repentino cuando solo contaba con 18 años, cambió su rumbo para siempre. Se dirigió al centro del país, a una Atenas Suramericana que ya por ese entonces se había sumergido en convulsionadas rebeliones y golpes políticos, pero que era ambicionada por los hombres y mujeres con sueños por cumplir.
Fue acompañado de una convicción envidiable y de un talento para la guitarra que por ese entonces se convirtió en su mejor compañero. Los recuerdos de fiestas nariñenses, en medio del cuy, los boleros y el aguardiente, lo convirtieron en un juglar de los que han recorrido mucho y han sabido cómo, a partir de una canción, se pueden añorar y rememorar los viejos tiempos.
Como peregrino, atravesando las difíciles carreteras que había por ese entonces en el país, se encontró con una ciudad muy grande, de la que se contaban muchas cosas. No fue fácil para él, pero Julio, que siempre supo sobrepasar los obstáculos de la vida, puso en su mente una meta clara y un sueño por alcanzar. Quería una vida distinta en la ciudad más grande del país, vida que compartiría después con su esposa, Teresa Arciniegas, fiel acompañante de sus historias y sus sueños, y luego con sus cuatro hijos: John Bernardo, Carlos Julio, María Teresa y Bibiana.
Se radicó en el centro de la ciudad como un forastero más, en un apartamento para estudiantes como hospedaje de foráneos soñadores. Estudió en la Escuela Superior de Administración Pública de Bogotá, con tan solo un quinto de bachillerato y un profundo amor por los números para demostrar su valía. Logró un título en Administración Pública y en Contaduría, lo que lo llevó a administrar pequeños negocios, como la Empresa de Sombreros Sandoneños de Bogotá, que poco a poco lo fueron entrenando para lo que vendría después.
Pasó a trabajar como contador de la cadena estadounidense Sears, que había consolidado un importante legado en el comercio bogotano, y luego, tras formar una familia y apostillarse como nuevo habitante de Bogotá, fue nombrado auditor general.
Terminó siendo visitador nacional de Malaria, enfermedad que había hecho estragos en las costas del país. Su trabajo, entonces, lo llevó a visitar el mar, que tanto adoraba, y a congraciarse con gente de todo lado, de Estados Unidos al Chocó.
Tras su temporada como visitador, llegó al mundo de la gran administración como Contador Nacional del Ministerio de Salud, logrando ser muy reconocido y poniendo siempre en alto el gran orgullo sandoneño que siempre lo caracterizó.
Se jubiló a temprana edad y decidió dedicarse por entero a su esposa, sus hijos y, tiempo después, a sus nietos. Llegó a ser propietario de un puesto de artesanías sobre la calle 100 de Bogotá y pasaría a vivir el resto de sus días como un cantante sin igual en las novenas y reuniones familiares, y como un brillante consejero, padre, tío, esposo y abuelo.
Falleció el día 27 de agosto de 2021, con noventa años de edad, en la ciudad de Girardot, a las 2:00 de la mañana. En su legado dejó una familia que, a partir de sus enseñanzas, ha logrado construir el apellido Arcos y posicionarlo como gran aportante en el país.
De todas las historias y anécdotas que alguna vez compartió y vivió, quedan muchas por nombrar y atesorar como recuerdos valiosos de este gran hombre sandoneño. Este es solo un pequeño resumen de las nueve décadas que Julio Arcos Castillo, inigualable amante de la vida, caminante de ciudades, cantante y guitarrista acérrimo, ciclista de ruta, contador de historias y de sueños, llegó a recorrer y a vivir.
Podcast:
Nota del editor.
Nuestras voces de pesar para su esposa, hijos, nietos y demás familiares.
Paz en la tumba del señor Julio Arcos Castillo.