La anarquía y su reinado

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Endulzando las
palabras
Por Iván
Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
Precisamente un
12 de diciembre  de 1979, el mar se
enfureció y sacudió a Tumaco, dejando centenares de muertos y lisiados, una
ciudad irreconocible y sumida en total miseria
. Fue tan duro el coletazo del
maremoto que pasaron muchos años para que esta isla del pacífico nariñense
encontrara la dinámica de un pueblo que intenta salir del atolladero. Son
entendibles los fenómenos naturales, aunque se podría evitar muertes y heridos
si se planificara los asentamientos urbanos. La ´Perla del Pacífico´ como la llaman
a esta ciudad con mayoría poblacional de piel negra, posee las condiciones
ideales para convertirse en la capital del pacífico colombiano.

Al puerto de
Tumaco siempre lo ha atormentado una maldita sombra, limitándole en sus
aspiraciones para abrirse paso al sendero de la prosperidad. No interesan las crisis humanitarias
consecuencia de la impetuosidad natural; los tumaqueños insisten en avanzar por
encima de lo advertido, y eso le está costando lágrimas de sangre. Superada la
crisis del pasado terremoto que le estremeció las entrañas; ahora, el problema
es de los sismos políticos y sociales que lo agobian hasta el límite del
desespero
.
Hace unos días
el director de alertas tempranas de la Defensoría, manifestó que este municipio
nariñense tiene alrededor de 16.960 hectáreas de cultivos de coca;
prácticamente es el primer municipio en Colombia con mayor área cultivada de
coca, significando un inminente riesgo para la estabilidad social de esta
costeña población
. El funcionario advirtió que en lo corrido del año ya se han
presentado 136 homicidios, superando la cifra del 2015. Sin desconocer las
miles de personas desplazadas. La lógica no podía fallar, a más cultivos
ilícitos mayor el índice de violencia.
Nadie puede
echarle la culpa a nadie, solo se sabe que si alguien muere: “por algo lo
mataron”, una frase desalentadora e incubadora de infernal terror, que desde
temprana edad el habitante tumaqueño entiende que debe aprender a lidiar con
los avatares que la vida le proporciona. La zozobra e incertidumbre han
inundado esas mentes que viven contando milimétricamente un temido final
. Son
más de tres décadas que la isla viene lidiando con una aguda crisis
socioeconómica.
Tumaco es de la
única ciudad del país pese a su aglutinada población no cuenta con servicios
básicos de acueducto y alcantarillado
. Es un completo desorden. La población
tumaqueña ha tenido que afrontar incendios devastadores, terremotos y todo tipo
de acciones criminales que hoy la catapultan como una comunidad violenta e
insegura. La extorción se ha vuelto pan de cada día. Pero lo que más ha
contribuido al atraso de este asentamiento humano ha sido la corrupción
político-administrativa, que sistemáticamente extermina ilusiones, masacrando
la dignidad y tolerancia ciudadana.
Esto es Tumaco,
antes una ‘perla’ del pacífico; hoy, un territorio minado de odio, venganza y
desesperanza. Después de ser una tierra de encanto y prodigio; hoy, es un lugar
de abatimiento, donde claudica ante la impotente mirada de miles de isleños un
dulce sueño que los antecesores siempre mantuvieron en sus refrescadas mentes –
en lengua aborigen “Tumatai”, que traduce: ‘tierra del hombre bueno’;
lastimosamente ha convertido su velo de pureza y remanso de tranquilidad en un
verdadero campo de batalla, donde todos apuntan y disparan en idea de
salvaguardar maquiavélicos intereses y cuidar de su propio pellejo.
Nuevamente la
crisis política sucumbe la razón de quienes idealizaban que el cambio se veía
venir; solo fue un sofisma que embrujó el buen sentimiento de la plenitud del
altruismo, ese que adolecen los líderes de este puerto marítimo. La destitución
de la alcaldesa María Emilsen Angulo, no fue sorpresa, simplemente el resumen
de una endémica anarquía institucional convertida en cultura ciudadana
. Ya
suenan los tambores anunciando que pronto llegará el derroche de alegría,
característica de la efervescencia de una campaña isleña.
La gente se
agolpa en la tolda proselitista que le conviene; empieza el corre de los
improvisados candidatos y retorna desde las cenizas el alma de quien quiso ser
alcalde y una hechizo arrebato su anhelo. El mar se encrespa indignado de sus
coterráneos; el viento sopla aceleradamente como presintiendo una tormenta
social. ¡Vamos mi Tumaco! grita un maldormido ciudadano, esperando desenfrenadamente
que se abra el debate electoral y con esto asegurar por algunos meses
alimentación y alcohol para calmar la pena
.
‘La perla del
pacífico’ ha perdido el rumbo; es un herido de muerte sin doliente. La anarquía
retorna a su reinado con el beneplácito de sus esclavos que insisten en
disfrutar de su  miseria
.

Lunes, 12 de
diciembre de 2016

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