Una de las
construcciones legendarias de la ciudad fue la Vieja Cárcel Municipal, que dio
paso a las modernas instalaciones de Emas, en la Carrera 24 No. 23 – 51,  antes de la cuesta que nos comunica con los
barrios Belalcázar y el Calvario. Su bella arquitectura era colonial, que
mantuvo en pie todas sus locaciones hasta los años ochenta del siglo pasado y
que guardaban las viejas historias de quienes por acción de la justicia de
antaño, fueron recluidos en ese penal.

Esta cárcel inaugurada
en 1.934 y en los años cincuenta estuvo bajo la Dirección del Señor Rosendo Santander, más conocido como “El Cachirí”, hombre bonachón, de gran estatura, a
quien tuve la oportunidad de conocerlo y tratarlo en 1.972, cuando cursé mis
estudios de Normalista, porque él residía a cuadra y media de mi colegio, el
Pedagógico Militar.

Don Rosendo Santander
gozaba del total aprecio y respeto de todos sus paisanos, por esa chispa de
humor, que compartía los anécdotas de su vida laboral y cotidiana. Jamás se
tuvo conocimiento de haber sido un hombre problemático y buscador de peleas.

Como Director de la
Cárcel en esos años, le correspondió pasar las festividades tradicionales de la
Navidad, fin de año y los Carnavales de Negros y Blancos, en cuyas fiestas los
habitantes de Pasto y los turistas que empezaron a legar a la ciudad, pasados
de copas, cometían muchos atropellos, violando el Código de Policía, que
reprimía los escándalos en la vía pública, siendo recluidos en el penal, a
purgar varios días de encarcelamiento. Pero contaban con un tratamiento
especial del jefe de la cárcel, quien en la mayoría de los casos, era muy
condescendiente y les facilitaba a los familiares de sus presos, la entrada al
penal.

Pintura al óleo de don Rosendo Santander

Fue así como don
Rosendo Santander, luego de presenciar el desfile del 6 de enero, llegó
prendido y pasado de copas a la cárcel y ordenó a los guardianes, sacar a los
presos de los calabozos y en el patio central, les organizó el jolgorio
tradicional, en medio de una gran algarabía y derroche de licor, que a la
postre, terminó dando la orden a sus subalternos, de abrir la puerta principal
y dejar ir a sus hogares a todos sus presidiarios.

Al día siguiente,
cuando le pasó su guayabo, se dio cuenta del grave error cometido en contra de
la seguridad ciudadana y al abrir la puerta principal de la Cárcel, se encontró
que sus cautivos estaban haciendo cola, para poder ingresar nuevamente a
cumplir con las penas impuestas por las sentencias de los jueces.

Luis Antonio “Chato” Guerrero

Como prueba de lo
anterior, los invito a los lectores, a deleitarse con el aire
tradicional de “El Cachirí”, de autoría del Maestro Luis Antonio “El Chato” Guerrero,
recientemente fallecido, en versión de La Ronda Lírica, de Don Lucio Pastrana y
sus músicos, quienes con la voz inigualable de Bolívar Meza, nos dejaron para
la posteridad esta hermosa página, que ameniza nuestras fiestas y cuya letra,
nos dice:

“En Pasto hay
caballero que le dicen Cachirí, en amor es el primero y en chispazo es feliz.
Así es Cachirí, el que siempre le tranca al anís, así es Cachirí, es el niño
del Valle de Atriz… Fue Director de la Cárcel y su más fiel vigilante, él anda
siempre de brazo con el Señor Aguardiente. Fuepilo llamo a sus filas en épocas
del ayer, soldado de guardia brava como todo Santander… Así es Cachirí, la
caricia de toda mujer… Así es Cacharía, escapado de San Rafael… Por eso todos
lo quieren y lo tienen que querer, al más grande de los diablos, el Rosendo
Santander”.

Así desempolvamos una
de las piezas musicales más bellas del repertorio nariñense, para que todos
conozcamos el origen de nuestras canciones. En la web, votemos por la mejor canción colombiana, hagámoslo por La Guaneña, el himno de batalla de la región y
seguro que ganaremos.

Pasto, septiembre 17
de 2.012