Por Iván Antonio Jurado Cortés
La Nariz del Diablo’ se ha convertido en paso obligado de peatones y vehículos que se dirigen desde el macizo andino al piedemonte y costa nariñense. Su natural diseño desafía la imaginación humana, convirtiendo a esta sección de la vía en un lugar digno de admirar, más cuando fue una creación de gente con rudimentarias herramientas, dejando atrás la dureza de la piedra, para abrirse paso al objetivo.
Su ubicación en una roca carcome la sensatez y sensibiliza las emociones de quienes observan a su majestad, ‘La Nariz del Diablo’. Más de 25 años desde cuando se modificó sutilmente la fisonomía, sometiéndola a la primera cirugía plástica, para lograr una moderna barbilla gracias a la pavimentación que cubrió este solitario sector en el municipio de Mallama, que conecta la sierra con la costa del pacífico.
En algunos momentos su nombre se ha visto tentado por sobrenombres particulares como ‘El Balcón de la Virgen’, ‘El Mirador’, en fin, que no pasan de ser posturas personales según el interés del transeúnte. Ningún viento por más fuerte que sea tentará contra este patrimonio arquitectónico que saluda amablemente a quienes lo visitan.
‘La Nariz del Diablo’, es testigo absoluto de tristes e inolvidables acontecimientos que marcaron la vida de propios y foráneos. El respiro de esta nariz sucumbe la tranquilidad y exalta los ánimos hasta de los más calmados. Es sabido que el diablo algún día volverá por sus fosas nasales, castigando de paso a quienes le han herido miserablemente.
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