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Internacional de la Tierra es cada año un llamado de alerta mayor para
concientizar a la humanidad del peligro inminente que acecha a nuestro planeta.
bonita conmemoración, el 22 de abril es un llamado a la acción urgente ante la
falta de soluciones que aseguren la viabilidad del planeta Tierra.
Lamentablemente, la explotación de recursos por parte de los seres humanos no
es sostenible a largo plazo y ha causado daños irreversibles en los
ecosistemas.
celebración liderada por la ONU se realizará alrededor de la campaña
“Alfabetización medioambiental y climática”, para resaltar la importancia de
educarse sobre el medioambiente y sus problemas. Un tema bastante pertinente,
en especial cuando han tomado fuerza grupos que dudan del calentamiento global,
a pesar del consenso casi universal de la comunidad científica de sus
devastadores efectos.
problemáticas que agobian a la Tierra actualmente. Aunque el deterioro de
recursos viene desde el comienzo de la humanidad, hoy aumenta de forma
exponencial, por más que es latente la conciencia sobre la necesidad de
revertirlo. Se ha vuelto más que evidente que urge mitigar los efectos de los
asentamientos humanos.
World Counts, que recoge datos sobre el consumo humano, estiman que un bebé
recién nacido usará 360 kilos de plomo, 340 de zinc, 680 de cobre, 1.630 de
aluminio, 14.800 de hierro y 560.000 de piedra, tierra y cemento. Para suplir
estas necesidades y deshacerse de los desechos de la humanidad, se necesitan
1,5 planetas Tierra. Considerando el aumento poblacional estimado y si no hay
cambios drásticos, para 2030 necesitaríamos 2 planetas. Nuestra vida en la
Tierra es insostenible.
muestran que el impacto no es solo de grandes empresas, sino de cada ser
humano, que es desde el primer día de su vida un consumidor. Un rótulo que
viene con una responsabilidad que pocos asumen: entender de dónde viene lo que
compramos diariamente. Es fácil juzgar desde casa la devastación de la minería,
la sobreproducción de plástico o la deforestación. Lo que ignoramos es que se
dan para suplir la demanda de productos ‘básicos’ para nuestra supervivencia.
El problema es que los ‘esenciales’ se han expandido a objetos como celulares y
televisores, de alto impacto ambiental y que cada día parecen acercarse más a
ser desechables por la obsolescencia programada.
aire que respiramos, que cada vez disminuye más su calidad. Hasta en un país
como Colombia con tanta riqueza natural, Medellín, una de sus principales
ciudades, está en alerta máxima por la mala calidad del aire. Por esto es que
el mundo entero, en un esfuerzo conjunto que pocas veces logra tal consenso, se
comprometió hace dos años a reducir las emisiones de gases invernadero para
evitar que la temperatura del planeta aumente más de 2ºC.
llamado Acuerdo de París, depende básicamente del compromiso de China y Estados
Unidos, los dos países que más emisiones producen. De hecho, su ratificación
fue la primera vez que ambas potencias aceptaron públicamente su papel en la
creciente contaminación del aire y asumieron acciones concretas ante el mundo
para mitigar sus daños. Sin embargo, la llegada de Donald Trump ha puesto en
duda el papel que cumplirá Estados Unidos para cumplir con sus promesas, por su
escepticismo ante el calentamiento global.
aseguró que sacaría a su país del tratado en campaña. Se espera que la próxima
semana se reúna con sus asesores para tomar una decisión definitiva. El retiro
de Estados Unidos del Acuerdo sería bastante problemático, pues el país ya
ratificó su firma. De hecho, el mismo Secretario de Estado, Rex Tillerson, se
opondría a la salida, ya que los pondría en contra de, básicamente, el mundo
entero. Tanta es la preocupación que 360 empresas multinacionales, que en
teoría se beneficiarían económicamente de no estar sujetos a regulaciones
ambientales, enviaron una carta urgiendo a Trump que reconsiderara sus
intenciones.
la contaminación del aire está también ligado a lo que produce la tierra.
Idealmente, se debe buscar que el daño que la presencia humana causa en su
entorno sea mitigado, lo cual se logra principalmente con las prácticas
sostenibles. Estas afectan desde el ambiente de trabajo -ya sea con la rebaja
de uso de papel o mejora en la eficiencia energética de la oficina- hasta la
reparación a gran escala del impacto realizado -con programas sociales para
poblaciones afectadas, reforestación y restauración de fuentes hídricas-. Toda
actividad humana que tenga impacto ambiental debería retribuir a la tierra en
la que se localiza.
sostenibilidad ahora va mucho más allá de dar un par de iniciativas para
mejorar las relaciones públicas y la imagen de la empresa. Es una meta
universal, que compromete a los ciudadanos, a vivir de una manera que limite la
destrucción de los recursos naturales. Las prácticas sostenibles han probado
ser, además de buenas para el medio ambiente, más rentables a largo plazo para
aquellos que las adoptan.
Tierra, más que admirar al planeta, hay que promover y realizar acciones para
preservarlo. No solo dejar de usar pitillos y no usar bolsas plásticas, hay que
comenzar a usar nuestro poder como ciudadanos. Estas medidas son un buen
comienzo, pero la gravedad de la situación nos pone retos mucho más grandes.
Hay que comenzar por una autoevaluación: ¿sabe exactamente qué tanto daño le
hace al planeta?
Después de eso,
se debe trabajar desde nuestros deberes, las personas podemos empezar a conocer
sobre cómo trabajan las empresas a las que compramos y la forma en que los
gobiernos permiten la explotación de los recursos naturales. Estos conocimientos
nos permitirán alzar la voz si no están buscando vías sostenibles, no
comprarles a ciertas compañías o no votar por representantes que no valoren al
medioambiente. Solo así se podrá pasar de actos para no sentirse impotente a
una ciudadanía activa que pueda cambiar el futuro de la Tierra.
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