Los costos de la paz

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Visión de mujer
Por Elsy Melo
Maya
(Omar Guerrero
Muñoz)
“Han terminado
50 años tristes para Colombia. Durante 5 décadas soportando, unos más que
otros, toda suerte de vejámenes, los campos se tiñeron de sangre de humildes
campesinos, pertenecientes
  al ejército,
la policía o a la guerrilla de las Farc y otros simples civiles que sufrieron
con sus familias el horror de la guerra sin sentido
. Muchos gobiernos
intentaron con la guerrilla un acuerdo que permitiera a los habitantes de este
riquísimo país vivir en paz en campos y ciudades, en muchas de las cuales ni
siquiera se dieron cuenta de que existía
un  conflicto armado.

Perdida la
ideología de la “fuerza revolucionaria” y fracasado  el propósito de alcanzar el poder con las
armas, las Farc se sentaron finalmente con el gobierno para buscar una salida
para terminar el conflicto, reintegrar los guerrilleros a la vida civil y
productiva, crear un ambiente de convivencia pacífica, ya no solo entre liberales y conservadores como
antaño, sino entre todos los colombianos y permitir a los niños crecer con
miras a un futuro cierto y próspero, sin odio y venganza  y reconstruir las zonas
devastadas por la violencia que
básicamente ha sido siempre rural. Ya decía Martín Luther King: “Hemos
aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos
aprendido el sencillo arte de vivir en paz como hermanos
”.
Para lograr
este propósito, con esfuerzo, paciencia e inteligencia, fue preciso ceder en
algunos temas espinosos, duros y hasta
difíciles de comprender; no de otra
forma se  lograrían  puntos de encuentro para  dialogar y 
negociar una paz que ahora  la
vemos permanente y duradera. Los desmovilizados, tendrán unas subvenciones económicas,
como en otros conflictos a nivel  mundial

y como  hace pocos años, también en
Colombia se hizo, con los despiadados y crueles paramilitares, muchos  desmovilizados con trampas y engaños, que inclusive  determinaron investigaciones penales y condenas
que aún no se han cumplido. Y es bueno
recordar, que quienes ahora se oponen con tanta virulencia al proceso de
paz,  fueron quienes hicieron esa
negociación y  también quisieron negociar
con la guerrilla pero fracasaron en su intento.
Hay ciertamente
enemigos de la paz porque no han vivido la guerra, o porque les conviene mantenerla y tiemblan
de miedo ante la posibilidad de que lleguen al congreso jefes guerrilleros desmovilizados
. Pero precisamente de eso se trata. que quienes
están en la guerra, si quieren llegar al poder, lo intenten democráticamente  no con el poder de las armas, sino de los
votos depositados por ciudadanos de carne y hueso.
¿No será
suficiente para votar el 2 de
octubre por el SI a los Acuerdos de la Habana, que se
hayan silenciado miles de fusiles, acabado las bombas en las ciudades y 
el campo, cesado los ataques a la
infraestructura petrolera, energética y del 
medio ambiente o que no haya más mutilados, ni secuestros, ni
extorsiones, ni asaltos a los pueblos, ni reclutamiento de menores?

Para tener un
país en Paz, se debe reflexionar sobre estos beneficios a sabiendas  que para llegar  a un final feliz, se necesitan sacrificios
y  para vivir en Paz, debe existir el
perdón. Y no olvidemos, como decía William Shakespeare que, “Cuando se acuerda la paz, ambas partes ganan, nadie pierde”.

Septiembre 19
de 2016

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