Desde Nod
Por Alejandro García Gómez
pakahuay@gmail.com
Luis Delfín Insuasty Rodríguez (Yacuanquer, 1930 – Bogotá, 2009), es un personaje más o menos ignorado. Casi no lo conocemos ni siquiera nosotros, sus coterráneos, y en Colombia sí que menos. Entre sus otras aventuras literarias, Pablo Emilio Obando, docente del Inem de Pasto, escritor y periodista, se dedicó a hurgarle la increíble historia de este poco reconocido yacuanquereño que, como los grandes, se hizo a pesar de la escasez de recursos de sus padres, con base a su inteligencia y tesón.
De maestro de escuela, graduado en la -en ese tiempo- Normal de Varones, de Pasto, e iniciante maestro de una escuelita de su pueblo natal, llegó a ser uno de los asesores no sólo de la Unesco sino de varios gobiernos nacionales y extranjeros en temas de educación. Un visionario; esto lo define. Fue él quien asesoró a Carlos Lleras Restrepo (presidente 1966-1970) para crear los Institutos Nacionales de Educación Media Diversificada (Inem). Quien esto escribe, en el Inem de Medellín, hizo la mayor parte de su vida laboral. De oficiante maestro de escuela de Yacuanquer fue “castigado” por las autoridades de su municipio y departamento debido a sus “peligrosas ideas liberales”. Eran los tiempos del mandato conservador, políticamente hablando, y de la Violencia, la primera, la que la narrativa popularizada por quienes manejan los hilos del poder estatal dice que fue entre liberales y conservadores, por un trapo, pero que en otras ocasiones hemos explicado que no fue por un trapo rojo contra otro azul, sino por el despojo de la tierra para poseerla, inicialmente con fines de producción cafetera. Qué gran “obrero de la educación” perdió Yacuanquer, pero qué gran visionario ganó la educación de todos nuestros países (y el nuestro, principalmente).
Los inem fueron (y aún lo son, pero ya casi sólo de nombre, porque de a pocos han ido acabando con la filosofía con que nacieron) una de las propuestas de perfeccionamiento, de mejora de Insuasty Rodríguez. Vieron la luz en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, como dije, como una innovación. Se trataba de poner en práctica lo que él denominaba como el Aprendizaje Autónomo (AA). En sus palabras, “El AA es un proceso educativo que estimula al estudiante para que sea autor de su propio desarrollo y en especial que construya por sí mismo su conocimiento”. Y se refiere así al Proceso Autonómico: “Autonomía significa que uno puede fijar, y en realidad fija, sus propias normas y que puede elegir por sí mismo las normas que va a respetar. En otras palabras, la Autonomía se refiere a la capacidad de una persona para elegir lo que es valioso para ella, es decir, para realizar elecciones en sintonía con su autorrealización”.
Ya en concreto, Insuasty Rodríguez propuso un modelo que educaba para la convivencia y formaba en productividad: “Educar y formar, haciendo” (es decir la praxis y la teoría). Su modelo, para la educación secundaria, se componía de Cinco Ramas de Formación: Agropecuaria, Electricidad, Académica, Comercial e Industrial. Luego se le sumó la rama de Promoción Social. Cada Rama tenía dos o más Modalidades, que eran campos más específicos de saberes, p. ej.: Rama Académica tenía las Modalidades de Ciencias-Matemáticas y la de Humanidades. De acuerdo con eso eran los pénsum que iban de lo general en los dos primeros años (las bases que todos debían conocer) a lo particular de cada conocimiento en los siguientes dos y a algo que llamamos especialización, en los últimos dos años de cada estudiante, de acuerdo con su elección personal. Los docentes que llegaban (llegábamos) a laborar en los Inem pasábamos por un proceso de inducción y entrenamiento que se iba dando paralelo con las labores diarias de clases, además de un acompañamiento continuo de los profes “veteranos”, quienes colaboraban con los noveles. Por alguna circunstancia, quizá de política o de políticas o de personalismos o de egos o quizá de presupuesto o quizá una mezcla de algunas o de todas, el sistema ideado por su visionario creador, después de los primeros años, fue decreciendo cada año, cada década.
La prolija investigación y recopilación de documentos que evidencian la incansable, y casi febril, actividad de -este sí- gran colombiano, que tiene otras innumerables realizaciones, como dije nacionales e internacionales, de la que los inem son una sola de tantas (y que por espacio las omito), Obando las expone en un entusiasta (quizá un poco desordenado) libro: “Luis Delfín Insuasty Rodríguez. Un Legado y un camino para la educación colombiana”, Pasto, 2022, Prisma Impresores, 140 pp.
Excelente la idea de las administraciones municipal y la del Inem (alcaldía y rectoría) de Pasto que cambiaron el antiguo nombre de este establecimiento (Mariano Ospina Rodríguez), respetable, pero que a los nariñenses no nos dice mayor cosa, por el de Luis Delfín Insuasty Rodríguez, como es su nombre hoy.
Pasto, 9.I.24