Yuyay
Por Alejandro Rosero Montenegro
Facebook: alejandro.rosero2
Con alegría observé durante todos estos días la fuerza que ha tenido en nuestro país la realización de la COP16, la Asamblea de las Naciones Unidas en pro del medio ambiente, que se conoce como el Convenio de las Partes, COP (por su sigla en Inglés). Me sorprende la cantidad de información que se ha generado para las noticias locales y las internacionales en las que se habla de Colombia con otro sentido y con el propósito de defender uno de los territorios más biodiversos del mundo.
Seguro son muchos los efectos positivos que tendrá en la economía regional, especialmente de la ciudad de Cali que fue la sede de este encuentro y que se convirtió en un territorio internacional en donde, de manera neutral, se encuentran los líderes del movimiento ambientalista mundial y los gobernantes de los países que se animaron a enviar sus delegaciones para hacer parte de la COP16.
Pero más allá de esos resultados, creo que hay un convenio que deberíamos firmar todos los habitantes de este planeta y está relacionado con el cuidado de nuestra casa común, de nuestro planeta tierra que con cada día y con cada una de las acciones que el ser humano ha hecho aprovechando o abusando de los recursos naturales, esos que dice la Biblia, le fueron encargados a Adán y su descendencia para que los cuidara, estaban bajo su protección y podía, al mismo tiempo aprovecharlos para su alimentación y supervivencia allá en el paraíso. Pero todo se truncó y las consecuencias de la barbarie ambiental se está viviendo en nuestra época de una manera brutal, con el cambio climático en pleno furor y el fenómeno del niño poniéndonos al borde de una sequía.
La invitación de hoy es a que nosotros, los que ocupamos esta casa planetaria, la cuidemos, que es importante el proceso que se adelanta con la COP 16, pero que la acción más efectiva es la que se realiza desde cada uno de los seres humanos, con ‘cositas’ tan simples como el ahorro de agua, el ahorro de energía o la disposición adecuada de los desechos o basuras. Son acciones que en conjunto, uniéndolas en un acto de autocuidado, nos impulsaran a fortalecer el propio cuidado de nuestro planeta.
En un nivel más alto están las responsabilidades de los gobiernos y de los Estados en transformar sus estilos de explotación de los recursos naturales, tratando de conservarlos o adelantar acciones de recuperación de estos. En el caso de Colombia será necesario una lucha frontal contra quienes más afectan nuestro ambiente que son los negocios ilícitos de la coca, en todos sus procesos de convertirse en cocaína: la minería ilegal e incluso la minería legal y, por supuesto, la deforestación que en pos de esos negocios se promueve en los territorios del Amazonas y el sur del país. Más allá de lo que se firme en la COP deberán ser estas estrategias personales y colectivas las que nos ayuden a salvar nuestro planeta y nos permita dejarle a nuestros hijos y nuestros nietos una casa para vivir.