Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
Conocer el origen de nuestros apellidos, se ha convertido en una iniciativa que nos lleva muchas veces a divagar sobre el tema sin que lleguemos a una conclusión final.
Si bien existen estudios de eruditos sobre la materia, también es cierto que es poco lo que hemos logrado conocer sobre el devenir de apellidos de origen ancestral.
Hoy, cuando iniciativas fundadas o infundadas sobre revivir cabildos y resguardos de indígenas se ha vuelto un acontecer coloquial, es claro que no buscan derivar sus raíces sino que solamente acceder a supuestas garantías estatales perteneciendo a comunidades de origen inmemorial.
Aunque escasamente subsisten apellidos y vocablos que se conoce tiene origen en comunidades indígenas, nos hemos encargado de ignorarlos cuando deberíamos guardarlos como reliquias para estudios etnográficos de la zona, no obstante haber sufrido la misma suerte que las comunidades indígenas cuando llegaron los invasores españoles a estos territorios, ocasionándoles una debacle irracional.
De otra parte, buenos es recordar que antes de la llegada de los españoles a estos vastos territorios, el área era ocupada por gente que vivía en un estado primitivo guiado por sus propias costumbres y precaria normatividad.
Los españoles desarrollaron una vasta campaña de invasión, sometiendo y devastando todo lo que encontraban a su paso. Los asentamientos que existían fueron prontamente ocupados, imponiéndoles cuanta forma de explotación idearon para someterlos a sus designios y desmedida voracidad. Primero fue la esclavitud, luego la encomienda, institución por la cual un grupo de familias de indios con sus propios caciques, quedaba sometido a la autoridad de un español encomendero, siendo obligados a pagar un tributo en especie y productos a cambio de convertirlos a una nueva espiritualidad.
Consacá, desde épocas muy tempranas fue entregada como encomienda. En 1558 pertenecía a Alonso Nieto, en 1582 a Toribio Nieto, en 1613 a Juan Nieto (hijo de Toribio Nieto) y en 1651 al capitán Sánchez de Luna (yerno de Juan Nieto). Es decir, perduró por tres generaciones por derechos de heredad.
En ese contexto, los invasores se repartieron los asentamientos en encomiendas convirtiéndose de paso en una relación de la que se puede determinar los nombres y apellidos de los primeros pobladores de la Villa de Pasto, en cuanto a los invasores se refiere, pero que nos brinda una percepción del origen de los apellidos y nombres de esta regionalidad.
La Villa de Pasto fue habitada, de acuerdo al repartimiento de pueblos, por los invasores españoles Rodrigo Pérez, Juan Armero, Juan Rosero, Galindes, Teodosio Hurtado, Juan García, Vicente Rodrigo, Marcio Pérez, Hernán D’lvarez, Hernando de Cepeda, Juan Sánchez de Jerez, Alonso del Valle Santo Domingo, Luis Pérez de Leyva, Aranda, Francisco de Chaves, Diego de Meneses, Hernando de Ahumada, Alonso de Osorio, Diego Esquivel, Hernando Núñez de Trejo, Méndez, Pedro Alonso, Juan Samaniego, Alonso Nieto, Alonso de Villalobos, Juan de Casanas y Juan de la Espada, nombres y apellidos que nos permiten derivar, aunque sea someramente, los apellidos de origen peninsular.
Consacá, 29 de noviembre de 2024