Sacrificios culturales

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Endulzando las palabras
Por Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
Después de 500 años de la llegada de los
españoles y portugueses al continente americano, hoy, los americanos somos
conscientes en su mayoría de la gran tragedia que causaron estos invasores con
su llegada
, quienes disfrazados de comerciantes, evangelizadores y navegantes
sin rumbo, irrumpieron con la tranquilidad de los pueblos aborígenes,
quebrantando abruptamente su cultura.

Han pasado más de cinco siglos, y aún nos
lamentamos de los crasos errores de los esclavistas europeos, entre ellos, el
aniquilamiento progresivo de una raza autentica y el saqueo de la riqueza
física e intelectual
. La historia manipulada por las oligarquías y el poder
capital, han engañado a los países latinoamericanos, conllevando a sus
descendencias a convivir en un mundo irreal. Así mismo, estos acontecimientos
han flaqueado las mentes humanas, imponiendo paradigmas psicosociales
perjudiciales a la salud y a la integridad social.
Las actuales generaciones se confunden entre
tantos prejuicios, producto de mezclas interraciales de profundas diferencias
humanas, conllevando al caos sociocultural y por ende a sacrificios
innecesarios. Para nuestros ancestros jamás existieron fechas de
conmemoraciones paganas, propias de culturas completamente externas
.
De los sacrificios culturales, algunos
martirizan la idiosincrasia periódicamente, tal es el caso de las
festividades de navidad y año nuevo.
Países suramericanos como Perú, Venezuela, Ecuador y Colombia, son los más
fervientes al momento de celebrar actividades cargadas de irrealismo.
Aprovechando el compartimiento popular, cada vez con mayor fuerza grandes
emporios capitalistas acrecentan sus fortunas en torno a unos prejuicios
sociales
.
Existen empresas que solo en un mes ganan lo
que normalmente otras lo hacen ajustadamente durante los 365 días del año. Se
ha comprobado que en la venta de regalos infantiles y luces navideñas, se queda
alrededor del 30% de los ingresos familiares. Eso sin contar otros menesteres
como la alimentación, licores, paseos y la ‘pinta’, que suman otro porcentaje
igual o superior al mencionado
. Estos sacrificios constituidos como patrones
culturales, no respetan los estigmatizantes estratos sociales, afectando a los
más vulnerables.
Ya es costumbre al inicio de cada año, lidiar
con altos niveles de estrés, preocupaciones y por supuesto el desencadenamiento
de enfermedades propias del desespero como la gastritis. Es un ciclo vicioso
que impide el desarrollo y progreso de millones de familias de bajo poder
adquisitivo, y en esto la responsabilidad es compartida, de un lado el
masoquismo humano de insistir vivir dentro de paradigmas irracionales que
profundizan contra el libre desarrollo de la personalidad, y por el otro, la
desaforada ansia del comercio mediático, que con estrategias demasiado
creativas, embaucan hasta los incrédulos
.
Y como para coronar este costumbrismo,
Colombia, es el país más feliz del mundo, según el Barómetro Global de
Felicidad y Esperanza, que realiza en 54 países la red mundial de empresas de
investigación de mercados (Win – Gallup International).
El año pasado, en el mismo sondeo, ocupábamos
el sexto lugar detrás de países muy prósperos como Holanda y Suiza. Este año,
somos primeros, seguidos de Malasia, Brasil y Arabia Saudita.
Algo irónico, pero así es la vida. Cuando la
brecha entre pobres y ricos es cada vez mayor, y la pobreza es una ‘virtud’ del
70% de los colombianos
, a nivel mundial nos muestran como un ejemplo de
felicidad; incluso por encima de naciones estables con poder adquisitivo que
para nosotros es una utopía.
Pero no importa, ‘Juan Pachanga’, seguirá con
su tumbao, y como dicen en algunas regiones del país: ‘la plata no más se jode,
el tonto queda’
.
Domingo, diciembre 14 de 2014
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