Se fue un grande de la educación

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Despertador del Sur
Por Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com

Todos los estamentos sociales, especialmente los estamentos educativos de Pasto y de Nariño, nos sorprendimos al amanecer del pasado viernes 13 de los corrientes, tras conocer la noticia del sensible fallecimiento del educador José Rafael Paz Meneses, un grande de la educación nariñense.

Toda su vida, desde que egresó de la Gran Normal de Occidente con su título de Maestro Superior, la entregó al servicio de la educación y la formación de la niñez y de la juventud del suroccidente colombiano, primero como maestro de algunas instituciones educativas de Ipiales y Pasto y luego, con su título de Licenciado en Física y Matemáticas, como profesor y después rector de la hoy IEM Ciudad de Pasto, a donde llegó siendo muy joven, lo recuerdo, cursaba primero de bachillerato, 1966, cuando el colegio funcionaba en el antiguo edificio de las Madres Bethlemitas.

Sus calidades humanas, profesionales y su don de gentes, lo llevaron a que en 1975 sea designado, en una atinada decisión de la Secretaría Departamental de Educación, como rector de esta benemérita institución, donde tuve el honor de hacer mi bachillerato básico y luego uno de sus profesores, permitiéndome conocerlo y destacar hoy, como un testimonio de gratitud, no obstante algunas discrepancias, que surgieron después, como seres humanos que somos, que supo, con el selecto cuerpo de profesores y coordinadores que lo rodearon, hacer del entonces Colegio Ciudad de Pasto, una de las mejores, sino la mejor, instituciones educativas oficiales del suroccidente colombiano.

Fueron 34 años, 1975-2009, que ejerció como rector con la eficiencia, la eficacia y la efectividad comprobada, tiempo suficiente para alcanzar, en medio de tantas vicisitudes, los altos logros educativos: primer puesto entre todos las instituciones educativas oficiales de Nariño, según ICFES; varios premios Coltejer, del Club Rotario, Andrés Bello y qué decir de esa camada de exalumnos ocupando cargos de altísimas dignidades, rectores de universidades, Magistrados de la República, Procuraduría Nacional, etc. etc. y su gran legado cultural: el teatro que orgulloso lleva su nombre.

Paz en su tumba, Pasto y Nariño lo recordarán con gratitud, como uno de los grandes educadores que también escribió las brillantes páginas de la historia de la educación nariñense, llenándola de honor y de gloria. Vaya mi más sentida voz de condolencia para su señora esposa Alicia Cabrera, sus hijos, hijas, nietos y demás familiares y elevo una Plegaria al Todopoderoso por su descanso eterno.

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