Columna Desde Nod

Por Alejandro García Gómez.

pakahuay@gmail.com

En octubre de 2013 la Alcaldía de Pasto
publicó Travesías, de Jonathan Alexander España Erazo. Los tirajes de estas
publicaciones suelen ser pequeños (porque con el mismo reducido presupuesto –de
por sí escaso para cultura allá, acá y acullá- se pretende abarcar varias
obras). Su autor se vio en la necesidad a hacerla conocer a través de internet
al que no está acostumbrado gran parte del público que aún lee por placer.

En el descanso o en el recogimiento al que
convoca la Semana Santa, decidí internarme en ella. La excelente pintura de su
portada es una invitación a entrar a un mundo exóticamente bello. No aparece el
nombre de su autor en los créditos, aunque, por un correo electrónico, se
deduce que podría tratarse de “Fercho”. Él también es el creador de las
ilustraciones internas, que ya quisiera uno para sus libros, al mejor estilo de
las publicaciones clásicas. Portada e ilustraciones denotan una línea y un
color depurados en su estilo y una inspiración temática cercana al surrealismo
en combinación con otras escuelas. Mi amigo Jorge Vélez, escultor caldense
residente en Medellín, me ha hablado de su gran admiración por las artes
plásticas nariñenses actuales. La Facultad de Artes de la Universidad de Nariño
–Rectoría de Luis E. Mora Osejo, década del 70-, canalizó ese ser artístico que
el nariñense lleva dentro de sí, pienso yo.

Y comienza uno a entrar en las “Travesías” de
Perromalo, a veces hombre a veces bestia, la que también somos, en un viaje más
onírico que real a veces, y en otras al contrario. Aunque hay quienes le han
asignado un puesto, es difícil asegurarle una silla en la sala de las
clasificaciones de los críticos, a este texto que toma de la novela la creación
de tres o cuatro personajes. Uno de ellos, el más fuerte, es Perromalo, en torno
al cual se desencadena la travesía onírica, a veces sobre el océano, en una
barcaza cazonera, otras sobre las aguas o sobre las riveras de su inmenso
afluente en una costa selvática, quizá la pacífica, el San Juan, talvez el
mismo que corre paralelo al Atrato pero en sentido contrario. Luego la travesía
persigue al desierto que es como la prolongación de la muerte o de la vida,
como también lo son las aguas del río o del océano: la vida y la muerte juntas.
Del género toma también los escasos pero certeros diálogos y quizá muy pocas de
algunas de las descripciones. Si se pretendiera hablar de un leitmotiv
novelesco, es tan incierto como el indefinible rumbo de Perromalo.

Hay un sabor rulfiano en su economía de
palabras; en la ambientación llena de silencios que estallan en imágenes e
ideas que no se dicen como en la literatura del gran maestro mexicano. Del cine
toma planos contrapuestos: primerísimos planos y “paneos” que pueden desubicar
a quien no se agarre duro de su sillón de lectura. De nuestro gran Aurelio
Arturo, hereda la construcción de metáforas con sabor mestizo a tierra y gentes
recién descubiertas o paridas, metáforas levantadas con un lenguaje limpio y
diáfano.

Travesías me hace recordar un viaje que hice
–hace algunos años- desde la población de El Tambo hasta Pasto con algunos
poetas a quienes nos habían invitado a un festival. Junto a mí se sentó un
estudiante joven que me habló en el transcurso de las dos horas que duró el
viaje, la mayor parte por una carretera polvorienta. Al escucharlo, me pareció
que ese joven comenzaba a gestar un trabajo. No sé si sea el mismo. Quizá sí.
Jonathan Alexander España Erazo, con su inclasificable novela o poema, pasa a
engrosar la lista de autores nariñenses a ser tenidos en cuenta.

Nota ¿política?.- El desprendido gesto de Su
ex-Excelencia, hoy Honorable senador, al salvar al vice Vargas Lleras en apuros
electoreros, perdón electorales, ¿no tendrá nada que ver con el bienestar de La
Familia? De la nobleza del hoy Honorable no ha habido nunca ninguna duda. Nunca
ha dado puntada sin dedal. Pero también hay, recordemos, denuncias delictuales,
quizá criminales, y procesos, de lado y lado. 09.IV.15

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