
Por Pablo Emilio Obando Acosta
peobando@gmail.com
-Del aeromóvil al helicóptero – Julio Cesar Benavides Chamorro
“El primer despegue y aterrizaje vertical controlado es mérito del inventor argentino Raúl Pateras de Pescara, quien, el 21 de febrero de 1920, patentó en España su diseño de helicóptero con palas contrarrotativas. Fue el primer autogiro capaz de ser controlado en vuelo, a diferencia de sus antecesores que no tuvieron utilidad práctica por sufrir de vibraciones y giros descontrolados a poco de despegar. Raúl Pateras de Pescara fue también pionero en el uso de la autorotación para aterrizajes seguros ante una avería del helicóptero. Posteriormente la primera aeronave capaz de despegar, con prelanzador y técnica de salto, casi en vertical y desde un portaaviones fue el autogiro, inventado por el ingeniero de caminos español Juan de la Cierva, por lo que el autogiro fue el embrión o el eslabón necesario hasta llegar al helicóptero y la transmisión del motor y control colectivo de palas ideado por Igor Sikorsky. Los primeros helicópteros pagaron patente y derechos de utilización del rotor articulado, original del ingeniero español. También se tomaron ideas del genio italiano Leonardo da Vinci, pero el inventor del primer helicóptero pilotado y motorizado fue el eslovaco Jan Bahyl. El primer aparato controlable totalmente en vuelo y producido en cadena fue fabricado por Igor Sikorsky en 1942”.
La historia oficial nos relata esta historia, ignorando, desconociendo o encubriendo a su verdadero creador, un colombiano, nacido en el departamento de Nariño, en el municipio de Gualmatán, vereda de Cuatis. En esta corta crónica trataremos de devolverle a Julio Cesar Benavides Chamorro el papel trascendental que tuvo en los adelantos de su época en la aviación. Su lucha por lograr apoyo para hacer realidad su invento fue tesonera, heroica y valerosa; su vida como su muerte continúan siendo un misterio que poco a poco se va develando para gloria de su tierra y sus descendientes. Siempre quiso que su invento contribuya al desarrollo y prestigio de su patria y, en sus propias palabras, se negó a recibir apoyo de gobiernos extranjeros que se mostraban interesados en apoyar su proyecto; su máximo ideal era que gracias a su patente se pagara por completo la deuda externa de Colombia y se conozca como una nación progresista y de hombres de inventiva.
Los documentos y manuscritos que dejó como testimonio de sus investigaciones y afanes científicos dejan muy en claro la veracidad de sus afirmaciones, pues describe al aeromóvil, nombre que diera a su genial invento, con tanta exactitud que no queda duda alguna de la realidad de sus convicciones. Otra hubiese sido la historia de Colombia y de la aviación si sus coterráneos atendieran su llamado. Únicamente nos resta rescatar su nombre, valorar su memoria y dar a conocer a las nuevas generaciones el batallar constante de este pionero de la aviación, un inventor, un científico, un humanista que descolló en diversas disciplinas y artes.
Llama la atención su muerte, las extrañas circunstancias en que rueda a un abismo sin que se conozca a fondo el desarrollo de su invento por parte de autoridad alguna en su patria. En honor a su nombre y a su reivindicación en la historia regional, nacional e internacional damos a conocer sucintamente algunos aspectos de su vida y su obra.

Decir que el nariñense Julio Cesar Benavides Chamorro fue el Da Vinci americano no es ninguna exageración, se sabe, por testimonios y pruebas fehacientes, que fue el inventor del aeromóvil o helicóptero; novelista, poeta, filosofo, escultor, pintor, fotógrafo y dramaturgo. Nace el 20 de septiembre de 1892 en Gualmatán, vereda Cuatis, en el departamento de Nariño. De extracción netamente campesina y poseedor de una imaginación e inventiva sin límites para su época y aún para la actual. Puede decirse que fue un adelantado de su tiempo y como tal un incomprendido en su región y en su patria. Desde hace algunos años se viene proponiendo la creación de la cátedra que haga homenaje a su trayectoria existencial. Julio Cesar Benavides Chamorro se ha constituido en una especie de leyenda que cobra visos de mito por cuanto aun en nuestros días se hace sumamente difícil creer que un campesino, autodidacta por demás, haya sido el poseedor de un invento tan prodigioso como el aeromóvil o helicóptero.
Por fortuna éste Da Vinci americano dejó escritos y testimonios que lo corroboran y en su “Manifiesto ante el patriotismo colombiano” deja constancia de lo aseverado: “Desde 1915 he venido siguiendo paso a paso los múltiples progresos de la aviación y de la aeronáutica, en un intenso estudio de carácter privado que me ha permitido darme cuenta de todas las modificaciones introducidas tanto en los mismos aparatos como en los motores. Y como resultado de estos, mis pacientes estudios, soy ahora dueño de un invento, cuyo futuro desarrollo hará una verdadera revolución no solo en los sistemas actuales de navegación aérea, sino en la misma locomoción en general.” Deja una extensa y detallada información sobre su invento que cataloga, como es natural, de revolucionario y prometedor para el pueblo colombiano, pues insiste una y otra vez ante las autoridades que su invento únicamente es para beneficio de su patria.
En el mismo manifiesto expresa: “Consiste mi invento en un aparato para la navegación aérea, que crea un tercer nuevo sistema, esencialmente distinto de los actuales dirigibles, aeroplano en principio, forma y funcionamiento, que utilizará motores que yo llamo de tracción directa, y en su conjunto, al que he llamado genéricamente AEROMOVIL…”.
Y para que no quede duda de la veracidad de lo afirmado, describe larga y pacientemente las características mecánicas de su invento: “1º Puede estar completamente inmóvil en el aire durante todo el tiempo que se quiera, y a cualquier altura. 2º Puede ascender y descender despacio o rápido y completamente a plomo, y por tanto puede aterrizar en cualquier sitio estrecho como una plaza, una azotea, una calle, etc. 3º Puede volar horizontalmente con cualquier velocidad y en todas las direcciones. 4º La ley de equilibrio de este aparato exige que pueda equilibrar en el aire un peso exactamente igual a su fuerza sustentadora, lo cual quiere decir, que, con un motor de 100 caballos, por ejemplo, se equilibraran en el aire 7.500 kilos, y restando de esta cifra el peso del aparato y el combustible, sobra fuerza para el peso de 50 personas o una carga equivalente. Con 1000 caballos se podrá llevar 500 personas. En el futuro este sistema servirá para el transporte rápido y seguro de cientos y aún miles de personas en grandes naves aeromóviles.”
Como si fuera poco lo anterior, existen testimonios de coterráneos suyos que aseguran haber visto, en miniatura, el vuelo del aeromóvil: “de esto dan testimonio muchos coterráneos de la época como el testimonio que dan los hermanos Julio Cesar Y José María Moncayo Candia, cuando necesitaron una ampliación fotográfica y fueron a su taller que en aquel tiempo se ubicaba en la parte lateral occidental del templo parroquial y lo encontraron “embebido de gozo, contemplando suspendido en el aire, el pequeño aparato, tal como se describe en sus planos.
Otros testigos oculares fueron: el sacerdote Julio Coral, el señor Jorge Arroyo Benavides, el jesuita Felipe Trurzum que era profesor de física y decía del invento: “…El proyecto del señor Benavides es viable como fundado en un principio verdaderamente científico”.
Julio Cesar Benavides Chamorro viaja a la ciudad de Bogotá a exponer su proyecto sin que se le preste la debida atención, insiste ante el Ministerio de Industria obteniendo los mismos resultados al extremo de verse obligado a encadenarse y llevar a efecto una huelga de hambre en su pretensión de ser escuchado. Es tildado de loco y fantasioso en la capital de la república y al respecto afirmaría con dolor e indignación: “…no faltaran quienes digan que soy un loco, ante el tribunal de la historia. De Colón, Galileo y Copérnico también se dijo que estaban locos. De Lilienthal, se dijo que era un acróbata desequilibrado; Bernardo de Palissy fue tratado como tal hasta por su misma mujer. Watt, Stephenson, Yulton, Marconi, Edison, también merecieron ese mote… Así todos. Y sin embargo esos locos, a esos locos, a esos visionarios son a quienes el mundo debe en adelantos científicos, todo lo que es, y todo lo que vale…”.
Decepcionado y humillado regresa a Gualmatán en espera de mejores oportunidades para exponer al mundo su invento. El carro en el cual viaja cae a un profundo abismo y muere trágicamente, 15 de junio de 1933, sin que hasta la fecha se encuentren los planos que con tanto esmero cuidaba. El único sobreviviente, el chofer del vehículo, se suicida en extrañas circunstancias pocos meses después. En reiteradas ocasiones Julio Cesar Benavides Chamorro expresaba que “para mi es más fácil hacer volar el aeromóvil que fabricar un ladrillo”. Perdió de esta manera Colombia la gloria de ser la cuna del aeromóvil o helicóptero. Sobra decir que al poco tiempo el mundo se maravillaría con el vuelo del helicóptero.
Este es un espacio de opinión destinado a columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a este fin por la página Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición de este medio digital.
Excelente articulo sobre el helicóptero, señor Pablo Emilio Obando, felicitaciones.