Por Camilo Cruz Pantoja
cjdel40@misena.edu.co
Como ha pasado el tiempo, y la esencia de tu alma, con el brillo de tus ojos jamás se opacó.
La vida de un escritor se deslumbra por cada secreto, que tus ojos ocultan; tan inmensa belleza, no es solo de apariencia.
Tu mirada mil cometas en una esfera de cristal atrapó. Delirando por el color de las estrellas que alumbran un camino sin fin; un destino que propició a la locura, por la ternura que tus ojos creó.
El confín de su belleza que describe este poema, solo contiene un tema singular. Los ojos color miel de un ángel diferente y especial.
Su nombre describe otra realidad. La luz de aquella mirada provoca suspirar.
Sus ojos; sus ojos son: arte, arte que arde cuando los describes fijamente.
Sus ojos; sus ojos son: letras, letras que sangran de tristeza y no se contienen.
Sus ojos; sus ojos son: música, música que endulza la más perversa mente.
Sus ojos; sus ojos son: vida, vida que transcurre con los segundos que no se detienen.
Sus ojos; sus ojos son: estrellas, estrellas que brillan en la oscuridad.
Sus ojos; sus ojos son: el mundo, el mundo que gira en toda su inmensidad.
Y sus ojos siguen siendo miel, miel pura que perdura y endulza el alma. Alma que calma con ternura, mi locura que por ella suspira. Suspira por arte que diamante es su valor. Valor que con dolor luchamos por tenerlos. Tenerlos y poseer el más grande tesoro que jamás se encontró. Se encontró de nuevo, en ti renació lo que el tiempo tristemente, con el viento se llevó. Se llevo, se elevó, para que vuelva a renacer. Para renacer mil años han pasado, después del pasado en mi presente, ya ausente vuelve aparecer.