Columna Desde Nod

Por Alejandro García Gómez.

pakahuay@gmail.com

“Frente a ti se abren cuatro caminos./ Y no
sabes todavía cuál elegir, si éste que va hacia el norte –en dirección a las
absortas planicies- o ese que entra en el sur, donde dicen que una mano afable,
con un cántaro de agua,/ espera al hombre sediento.// O bien aquel que enrumba
hacia el este –siempre al este- en busca de algún lejano y perdido Edén. O el
de más allá, que sin pensarlo siquiera, y haciendo caso omiso de las
advertencias, te gustaría seguir porque va en dirección contraria –al oeste-,
donde podrías hallar los más crueles amores,/ las más obscenas caricias.// Pero
alguno –amigo mío-, alguno tendrás que tomar//…”.

En la segunda mitad del año 94, a pocos días
del ¿impune? asesinato del futbolista Andrés Escobar, alguno de mis amigos del
taller literario de La Biblioteca Piloto, propuso que esa sesión de miércoles
la cambiáramos por el taller que estaba coordinando un poeta cubano que en
junio había sido uno de los invitados al Festival de Poesía de Medellín. De La
Piloto al barrio Prado nos arracimamos en mi Suzuki ganado en una rifa. La Mona
Luz Helena, César, Everardo y yo –la falta de René se debió a otra de sus locas
aventuras empresariales- nos encontramos con “un hombre sencillo, accesible y
tierno; que abre el corazón fácilmente; que no calcula la maldad en los demás
sino que saca lo que tiene; que los momentos difíciles los recuerda como medios
para salir adelante y no para victimizarse”, como lo “definirían” unos meses
después, luego de convertirlo en parte de nuestra familia, Ligia, mi esposa, y
mis hijas, quienes lo adoptaron como su “Tío Pepito”, el único “tío” de los
amigos de su padre. Y desde esa tarde, el poeta José Pérez Olivares quedó
condenado para siempre a ser el amigo de todos. Semanas después le participamos
el proyecto de nuestra revista; inmediatamente accedió a colaborarnos y se
convirtió en otro Mascaluna.

Este santiaguero, que estudió artes plásticas
en La Habana, que las enseñó en su natal Cuba y en el Instituto de Bellas Artes
de Medellín, ciudad donde también coordinó talleres de poesía; que ha
“carrerereado” entre su Cuba y otros sitios; y que hoy, español por adopción,
vive en Sevilla desde 2003 y es abuelo de Ares, un españolito “que lleva en sus
venas una mezcla explosiva de sangres, santiaguera, pinareña, sevillana y
catalana”, es el mismo que este año ha ganado otro premio más: la IV edición
del Premio de Poesía “Hermanos Machado” con un poemario cuyo título es “A la
mano zurda”. “Un libro que está en gran medida protagonizado por Leonardo Da
Vinci, pintor literario por excelencia, de quien siempre parece quedar algo por
decir. ‘De Leonardo siempre quedará mucho por decir, pues se trata de una
figura que reúne en una sola imagen al pintor, al escultor, al matemático, al
arquitecto, al inventor y al humanista que fue’, afirma el autor. ‘Pero mi
libro no es un tratado ni una biografía sino un libro de poemas. En él me
transmuto en otro Leonardo: uno que escribe sobre la dialéctica entre arte y
poder’” (2). Una mínima parte de la obra del poeta se muestra en Wikipedia.

Y así finaliza su poema “Fábula de los cuatro
caminos”, libro que homenajeamos esta tarde y con el que fue abierta esta
intervención: “…Y antes de dar ese paso (antes, incluso, de saber hacia qué
punto de la geografía dirigirte) has de conocer otra cosa: que cualquier camino
que escojas, vaya en la dirección que vaya/ -sea al norte o al sur, sea al este
o al oeste-, siempre será el mismo.// El mismo que te aguardará en todas
partes, y el mismo que habrás de seguir: el que siempre te acompañará en tus
viajes.// Porque ese camino –amigo mío-, ese camino que nos aguarda a todos/ es
el único que existe”.

(1) Homenaje de la Revista Mascaluna
(Medellín) al poeta José Pérez Olivares en la Casa Museo Otraparte (Envigado)
el jueves 10 de julio de 2014, a las 5:30 pm.

(2) elcorreoweb.es/2014/05/26 (periódico El
Correo de Andalucía –España-). 08.VII.14

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