Asesinato del estudiante nariñense Gonzalo Bravo Pérez

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Por Enrique
Herrera Enríquez
kikeherrera666@gmail.com
Cada 8 y 9 de
junio, el estudiantado colombiano, pero más particularmente los universitarios,
conmemoran con manifestaciones públicas o actos culturales un año más de los
trágicos acontecimientos que conllevaron ha protestas contra el régimen del
momento, dejando como saldo muertos y heridos por las balas de gobiernos
intransigentes que ante la protesta procedieron a sacar la fuerza pública para
que proceda a disolver a como dé lugar las marchas de protesta. Esta particular
conmemoración tiene como inicio el sacrificio del estudiante universitario
nariñense Gonzalo Bravo Pérez en Bogotá
a finales de la década del año mil
novecientos treinta, como vamos analizar a continuación.

El citado Gonzalo
Bravo Pérez, nacido en el Departamento de Nariño, asistía a la Escuela de
Derecho en la Universidad Nacional y fue herido de muerte por un disparo que
provino de la Guardia Presidencial del Palacio de Gobierno
, cuando se
protestaba ante Miguel Abadía Méndez al tener conocimiento de una masacre de
trabajadores en Ciénaga Magdalena.
En la década de
los veinte del siglo pasado la clase obrera colombiana libró múltiples batallas
en defensa de sus derechos y reivindicaciones
, tanto frente al sector privado,
como al público, pero lo fundamental fueron luchas antiimperialistas contra la
voracidad de las agencias monopólicas gringas, que fuera de saquear nuestro
recursos naturales, impusieron con la complacencia apátrida de los gobiernos de
turno un régimen esclavista contra los trabajadores.
De estas luchas
se destacan las siguientes: la huelga de los trabajadores de la Tropical Oil
Company en 1924
. La huelga de los trabajadores del Ferrocarril del Pacifico en
1926. En 1927, bajo la dirección de Raúl Eduardo Mahecha, María Cano e Ignacio
Torres Giraldo, se dio otra batalla de los trabajadores de la Tropical Oil
Company, en Barrancabermeja, en la que fueron asesinados media decena de
huelguistas.
En noviembre de
1928 estalló la huelga de los trabajadores de la Zona Bananera del Magdalena,
contra la United Fruit Company, de Boston
, por negarse la empresa gringa a dar
solución a un pliego de nueve puntos que demandaba aumento salarial y otras
reivindicaciones básicas. Los gringos, fuera de explotar grandes extensiones de
tierra, imponían una explotación sin límites contra los trabajadores
colombianos En este contexto y con la participación de María Cano, Raúl Eduardo
Mahecha, Ignacio Torres Giraldo entre otros cuadros de dirección del Partido
Socialista Revolucionario, se organizó la huelga en las Bananeras del
Magdalena. El 12 de noviembre de 1928 estallando una huelga masiva en la zona
bananera de Ciénaga y Santa Marta (Magdalena)
La United Fruit
Company (UFC), creada en Boston en 1899, había llegado a la zona bananera del
Magdalena a comienzos del siglo XX. La mayoría de los trabajadores de sus
plantaciones eran vinculados indirectamente por medio de contratistas. Por ello
nunca se pudo precisar su número exacto, pero se habla de una cifra que
oscilaba entre 10.000 y 30.000.
El 12 de
noviembre de 1928 uno de los sindicatos que funcionaba en la región lanzó la
huelga para presionar la solución de un pliego de nueve puntos. No era el
primer conflicto laboral en la zona, pues desde 1918 se habían presentado ceses
de trabajo, pero fueron parciales o de sectores específicos como los
ferroviarios o portuarios dependientes de la multinacional. El pliego de
peticiones comenzaba con tres puntos que llamaban al cumplimiento de leyes
colombianas sobre el seguro colectivo y obligatorio para los trabajadores,
accidentes de trabajo y habitaciones higiénicas. Luego se exigía aumento
salarial del 50 por ciento, cesación de los comisariatos y de préstamos por
vales, pago semanal, contratación colectiva y establecimiento de más
hospitales
. Aunque sólo se exigía amoldarse a la escasa legislación laboral, la
empresa norteamericana se negó a negociar.
A instancias
del General Carlos Cortés Vargas, trasladado a la zona como jefe militar al
otro día de iniciada la huelga, la gerencia local de la empresa norteamericana,
aceptó a medias los puntos de los vales y del pago semanal. El resto lo
consideró “ilegal” o imposible de conceder. En esas condiciones el
clima laboral se deterioró y los trabajadores realizaron mítines permanentes,
bloqueos de la vía ferroviaria y saboteos a las líneas telegráficas
. Como el
conflicto no se resolvía decidieron concentrarse en Ciénaga, aunque dejaron piquetes
de huelguistas por toda la zona.
En la noche del
día 5 de diciembre, se presentó en la plaza de Ciénaga una tropa al mando del
general Carlos Cortés Vargas, que informó a los huelguistas que la zona se
declaraba bajo Estado de Sitio y ordenó dispersarse a los manifestantes. Ante
la firmeza de los trabajadores, quienes con toda decisión se reagruparon bajo
las consignas “¡Abajo el imperialismo yanky!” y “¡Viva Colombia Libre!”, el
General Cortés ordenó abrir fuego en la madrugada del 6 diciembre de 1928
.
Al final de
este dantesco episodio, el gobierno de Miguel Abadía Méndez anunció
oficialmente que los acontecimientos de Ciénaga habían dejado 13 muertos y 19
heridos. Pero las comisiones de investigación, como la encabezada por Jorge
Eliécer Gaitán, en representación del Congreso de la República, descubrieron
fosas comunes y se cree que las víctimas fueron más de 1.500, la más grave
matanza de trabajadores en toda la historia del país
.
Algo más de 40
años cumplía el régimen conservador al frente del gobierno colombiano, cuando
en Bogotá se dio inicio a una protesta popular que encabezaban los estudiantes
al tenerse conocimiento de la denominada masacre de las bananeras
en la
población de Ciénaga, en el departamento del Magdalena.
El
representante liberal Jorge Eliécer Gaitán, recientemente graduado con altos
honores en Italia, había viajado hasta la propia población de Ciénaga para
investigar los acontecimientos del mes de diciembre de 1928
, cuando centenares
de trabajadores de la United Fruit Company, habían sido masacrados infamemente
por las tropas oficiales del gobierno que presidía el conservador Miguel Abadía
Méndez.
Los
trabajadores de la mencionada empresa norteamericana protestaban y habían
entrado en huelga por los bajos salarios y las condiciones infrahumanas en que
trabajaban, ante lo cual vino la represión oficial bajo el mando del general
Carlos Cortés Vargas, sin que se sepa a ciencia cierta cuál fue el alto número
de muertos
.
El
Representante a la Cámara, para aquel entonces, Jorge Eliecer Gaitán, en el
debate del 6 de septiembre de 1929, es claro cuando afirma: “Los obreros
sí quisieron negociar y fue la compañía la que se negó
. La compañía quería
seguir explotando a los obreros, a quienes tiene en la miseria. No quería entrar
en transacciones y por eso pedía el Estado de Sitio, lo mismo que el General
Cortés Vargas, para solucionar por la bala un problema económico, y defender su
miserable codicia. Naturalmente no hay que pensar que el gobierno ejerció
ninguna presión para que se reconociera la justicia de los obreros. Estos eran
colombianos y la compañía era americana dolorosamente lo sabemos que en este
país el gobierno tiene para los colombianos la metralla homicida y una
temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano.
Que se hizo
pues aquella noche? –pregunta Gaitán- El General Cortes Vargas, con los agentes
de la compañía americana, sus amigos, se encerró en el cuartel a emborracharse.
El doctor Gabriel Turbay sabe que un miembro del ejército, que estaba aquella
noche en el cuartel, ante él, ante un distinguido diplomático y ante mi confesó
incidentalmente que Cortes Vargas se había presentado borracho y le había dicho
que las ametralladoras las manejarían los oficiales y que si los soldados no
disparaban los matarían. Luego este hombre, borracho en el cuartel estuvo
esperando hasta la una y media de la madrugada del día 6 a que los obreros
estuvieran dormidos. Entonces este individuo atraviesa la mitad de la ciudad.
Va desde los cuarteles hasta la estación. Es pues mentiroso que hubiera ningún
peligro para el cuartel como en un principio quiso decirlo, llega en aquella
noche con el ejército, ante una multitud dormida, les lee el célebre decreto.
Los pocos que están despiertos, lanzan su grito de ¡Viva Colombia!, y este inmisericorde
y cruel, para aquel grito tiene una contestación: ¡Fuego!. Empiezan a disparar
las ametralladoras, después los fusiles cinco minutos, la tragedia está
consumada. Muchas vidas. Cientos de vidas caen bajo la metralla asesina
. La
orden la había dado un hombre ebrio. Pero no basta eso. No se conforma con
haber asesinado a inocentes. Ordena persecución. Bayoneta calada sobre la
multitud vencida. Sobre los seres que en el suelo lanzan los ayes allí vienen
cuadros de horror increíbles
Los heridos son
rematados con la bayoneta
. Ni el llanto, ni la imploración, ni el correr de la
sangre conmueven a estas hienas humanas. Bayoneta para los moribundos.
Despiadado horror. No sé porque la Divina Providencia no abrió la tierra bajo
las plantas de estos monstruos para tragárselos vivos. Los muertos son luego
trasportados en camiones para arrojarlos al mar y otros son enterrados en fosas
previamente abiertas”, dice Jorge Eliecer Gaitán.
El debate de
Gaitán fue ampliamente publicitario y la nación entera se conmovió ante las
denuncias hechas. Sin embargo, el gobierno negaba todo cuanto tenga que ver con
la responsabilidad de la masacre al no admitir muerto alguno dentro de los
huelguistas bananeros, por el contrario premió al General Carlos Cortés Vargas
nombrándolo como Director General de la Policía
, situación que causó natural
rechazo.
Hemos visto a
grandes rasgos los aspectos preliminares que se presentaron en el país para
desembocar en los macabros acontecimientos del anochecer del 5 de diciembre
y
el amanecer del siguiente día 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga Magdalena.
Centenares de cadáveres quedaron regados en medio de las carpas que servían de
dormitorio a los huelguistas de la empresa norteamericana. El Representante a
la Cámara en aquel entonces, Jorge Eliecer Gaitán ha descrito con frialdad
dichos siniestros acontecimientos. Veamos ahora que sucede en Bogotá y otras
ciudades del país, que tienen como desenlace las protestas donde un nariñense,
Gonzalo Bravo Pérez, será la primera de la victimas universitarias del
establecido régimen.
Al hecho
anterior de la denominada Masacre de las Bananeras, se tiene que agregar que
existía gran inconformismo por toda una serie de actuaciones dolosas dentro del
manejo administrativo de la ciudad capital que obligó al alcalde Luis Augusto
Cuervo a destituir a Hernando de Velasco, Gerente de la Empresa Municipal del
Tranvía de Bogotá y cuñado del presidente Miguel Abadía Méndez, de igual manera
lo hizo con Alejandro Osorio, Gerente del Acueducto de Bogotá, situaciones que
llevaron a la destitución del Alcalde por parte del Gobernador Ruperto Meló,
teniendo como desenlace la restitución de Velasco y Osorio.
Ante tan
tremendo despropósito se organizan una protesta general encabezada por la
Federación Nacional de Estudiantes
, que dentro del comité ejecutivo tenía a
personajes como Manuel Antonio Arboleda, Mario Aramburó, Diego Luis Córdoba,
Luis Alberto y Hernando Echeverri, en el Comité Departamental se destaca la
presencia de Carlos Lleras Restrepo.
La movilización
de masas se organiza en la noche del 6 de junio de 1929, determinándose el
desplazamiento de brigadas por toda la ciudad a partir de la madrugada del día
siguiente.
En las horas
del mediodía la ciudad ha sido tomada por las brigadas estudiantiles y prácticamente
paralizadas en el orden laboral al recibir el respaldo del gremio de
comerciantes y en general de la ciudadanía bogotana.
El presidente
Miguel Abadía Méndez trata de sortear los acontecimientos pidiendo la renuncia
a Velasco y Osorio, sin que logre apaciguar los ánimos de la población en
general.
Futuros
dirigentes como Carlos Lozano Lozano, Luis Eduardo Nieto Caballero y Gabriel
Turbay dirigen el mitin que se organiza en las horas de la tarde en la Plaza de
Bolívar donde pronuncian emotivos discursos
. La Fuerza Pública ha hecho
presencia y trata de contrarrestar las manifestaciones que se prolongan hasta
las horas de la noche.
Un grupo de
manifestantes protesta y se enfrenta a piedra con la policía montada que
dispara a diestra y siniestra. Entre los manifestantes se encuentra el
estudiante nariñense Gonzalo Bravo Pérez, quien cae vilmente asesinado ante la
arremetida armada de los militares
.
La conmoción es
grande en la ciudad al tenerse conocimiento del asesinato de un estudiante.
Al día
siguiente, 8 de junio, el gobierno del presidente conservador Miguel Abadía
Méndez, se compromete a investigar de manera exhaustiva los acontecimientos,
pero como siempre ha sucedido no se encontró responsable o responsables y más
aún, según dice el documento oficial: “la policía no había gastado un solo
cartucho en las jornadas cívicas”. Es decir no eran responsables de la muerte
del estudiante.
El 9 de junio
de ese fatídico año de 1929, la gente de Bogotá enterraron con los todos
honores a Gonzalo Bravo Pérez. Las calles de la ciudad capital presenciaron una
gran multitud que acompañó el féretro del estudiante nariñense
hasta su morada
en el cementerio central.
De acuerdo a
investigación J. Mauricio Chaves Bustos: El periódico El Tiempo anota: “Nada más
solemne que el sepelio del estudiante Bravo Pérez, presidido por las más
ilustres damas de Bogotá, y al cual acudió la ciudad entera. Desde la iglesia
de San Ignacio, donde se verificaron las exequias, hasta el cementerio, las
calles se apretujaron de gentes que vieron desfilar innumerables delegaciones
de los más altos cuerpos, con hermosas coronas y banderas”
Al futuro
leopardo, Camacho Carreño, compañero de Bravo Pérez, correspondió la oración
fúnebre
, que al tenor dice en algunos de sus apartes: “!Oh! venturoso joven, en
tu carne cinceló la bárbara flecha el símbolo doloroso que vanamente había
querido labrar la angustia colectiva, y por obra de un singular destino, la
caja de tus huesos ha cobrado la frágil arquitectura de un tabernáculo que
guardara las divinas especies de nuestro patriotismo” (El Tiempo, Bogotá, Junio
8 de 1929)”
Y el profesor
Ciro Quiroz, en su libro La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos,
anota: “Sobrevino, en consecuencia, un sentimiento de luto general. La ciudad entera
la emprendió contra los tranviarios, la policía, los funcionarios y hasta con
parientes íntimos pero inofensivos del presidente
(…) El Presidente ordenó
tres días de duelo. El cadáver, conducido a paso lento y acompañado por una
inmensa manifestación de rechazo, terminó desplazado hasta el cementerio sobre
la cureña de un cañón. Fue cuidado por una guardia de honor que primero lo
acompañó hasta la basílica, en procesión encabezada por la Dirección de la
Federación de Estudiantes.”
Los
universitarios permanecieron en huelga hasta tanto no se desvinculara de la
cátedra a Miguel Abadía Méndez y otro grupo de sus conmilitones. En Popayán el
rector de la Universidad del Cauca, Guillermo Valencia, no quiso dar permiso
para que pudiera viajar a Bogotá a los actos fúnebres a uno de los hermanos del
sacrificado estudiante Gonzalo Bravo Pérez.
La serie de
protestas que siguieron en diferentes ciudades de Colombia culminaron con el
triunfo del candidato liberal Enrique Olaya Herrera a la Presidencia de la Republica
de Colombia
, ante la división también que tuvo el partido conservador con las
candidaturas del poeta Guillermo Valencia y el General Alfredo Vásquez Cobo.
Veinticinco
años después, el 8 de junio de 1954, cuando se conmemoraba un año más del
asesinato de Gonzalo Bravo Pérez, cae otro estudiante asesinado por las balas
del régimen: Uriel Gutiérrez
, esta vez cuando al frente del gobierno se
encuentra el dictador, Teniente General Gustavo Rojas Pinilla.
Al día
siguiente la protesta estudiantil es general en el país, siendo las
manifestaciones disueltas a bala con varios muertos y heridos que el régimen
ocultó, pero que definitivamente también fue el inicio de la caída del dictador
tres años después
.
Así, tras el
asesinato del estudiante nariñense Gonzalo Bravo Pérez en las calles de Bogotá
el 8 de junio de 1929, y el recrudecimiento de las represiones a las
manifestaciones populares que se desarrollaron cada 8 y 9 de junio por parte
del régimen imperante del momento, nació una fecha de protesta que cada año
conmemora estos luctuosos actos de ingrata recordación para la gente en general
de Colombia que se conoce como el Día del Estudiante Colombiano.

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