Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
Era domingo 7 de abril, coloquialmente no era un día como los demás, se trataba de la misma fecha en la que hacía doscientos dos años se había sucedido la llamada batalla de Bomboná, pues para nuestro terruño tiene, como algo lógico y natural, un significado especial.
Al levantarme, como siempre, observo hacia el horizonte y miro que se presentará un día soleado en esta región, aunque para la fecha de significado especial, no se miraba el movimiento de gente como antaño cuando desde las primeras horas de la mañana, arribaban verdaderos contingentes de invitados a la fecha de rememoración particular.
Pausadamente, fueron llegando al sitio escogido los invitados especiales, las autoridades municipales de turno y uno que otro interesado en mirar el acontecimiento comarcal. Los actos conmemorativos iniciaron con un desfile, esta vez contrario a otros años desde la entrada a la hacienda Bomboná. Se miraba pasar a unos con cierto sentido patriótico, pero otros parecían cumplir una obligación sin que quisieran desfilar. Pero, las bandas de guerra, ahora llamadas de paz, cuyos integrantes con precisa concentración llamaban la atención a gran distancia, y con sus redoblantes elevaban al cielo su estruendoso pero armónico sonido colosal.
Una feria gastronómica y otra artesanal, merodeaban en el lugar escogido para las intervenciones, que circundaba la llamada cancha de chaza en la ciudadela Bomboná.
Vinieron luego las intervenciones. Unas realmente interesantes, otras repetían lo de hace años, sin que llamara la atención a la escasa concurrencia asistente a los actos programados por la administración municipal.
Pero se presentó un suceso en el preciso momento cuando se cumplía el minuto de silencio que se suele ofrendar a los caídos en el combate crucial. Un ventarrón inesperado, extraño en el mes de abril, pero de esos que en meses de agosto de antaño solían asustar, invadió los cielos del lugar en donde se desarrollaban los actos de esta conmemoración, mientras un fuerte sol que no daba tregua achicharraba la piel y que se prologó hasta cuando se mencionó las palabras de marcha final.
Consacá, 19 de abril de 2024
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