el Desarrollo Económicos) sabemos que es un club de países ricos con algunos de
“clase media” (como México y Turquía) y uno que otro relativamente pobre como
Portugal o Grecia (en crisis económica, el último). Por lo demás, se encuentran
los ricos del mundo como EE UU, Canadá, Alemania, Japón, Francia (su sede), y
otros. Los idiomas aceptados dentro de ella son el inglés y el francés. Se
fundó a fines de 1960. Si hilamos un poquito delgado, recordaremos que 1959 era
época de caliente posguerra. La Guerra fría estaba en su furor. EU y URSS se
disputaban el mundo.
Acá había triunfado la Revolución Cubana y en 1960
comenzaba a virar hacia el comunismo. Aún no eran claras las cosas si hacia
Moscú o hacia China, dilema que trajo cierta enemistad entre Fidel y Raúl
Castro con el Che. Por eso le patrocinaron la revolución en otros países: se lo
quitaron de encima. Es entonces cuando, con un club de países europeos, los EU
promueven la creación de la Ocde. Antes, en lo militar lo habían hecho con la
Otan (1949). En América Latina ejecutan la Alianza para el Progreso, que fue
otra manera de dar limosna de sus sobrantes agropecuarios, con varias
exigencias a nuestros gobiernos, entre ellas la colocación de varios de sus agentes
secretos como “colaboradores” y, en Colombia, además, la creación de
paramilitares para que hagan el “trabajo sucio” que no podía hacer el ejército
regular, pero amparado por éste. En esta columna se ha hablado de esto en
artículos anteriores. Los países de la Ocde, en 2007, generaban el 70% de las
mercancías y representaban el 80% del Producto Nacional Bruto mundial.
algunos opinaron que era algo semejante al arribismo, solicitó su incorporación
a esta organización hace poco. Que habíamos avanzado tanto económicamente que
podíamos hacerlo y que esto nos traería más beneficios económicos “para todos”,
se dijo. Este es el mismo organismo internacional en el que cuando hemos pedido
que se nos mida en lo relativo a la educación, hemos quedado por debajo de los
países africanos.
recientes “recomendaciones” de la Ocde con el verdadero propósito de nuestro
gobierno al pretender incorporarnos a ella: entre bombos y platillos y con ese
mismo ánimo parroquial de nuestros gobernantes y clases dirigentes se recibió y
publicitó su “Estudio económico de Colombia”. En él, según la prensa, nos
alaban como una de las economías más dinámicas de América Latina, pero eso sí,
nos indican que nuestro país necesita otra reforma tributaria, además de la de
2014, que fomente la inversión. Esto, traducido en plata blanca, quiere decir,
rebajar impuestos a los poderosos, tanto nacionales como extranjeros. Para
lograrlo nos “aconsejan”, subir el IVA, impuesto descarado que castiga
directamente a los consumidores finales, entre los cuales las clases media y
popular aportamos el casi total porcentaje usuarios de este impuesto-consumo.
Reforma al sistema pensional: aumentar la edad y gravar aún más a los ancianos
y a la tercera edad con pensiones mínimas (ganadas con su trabajo), con lo cual
se compensaría la baja de impuestos a los ricos. Eso fue lo que vino a decir,
en resumidas cuentas, el director de Estudios País, del Departamento de Economía de la
Ocde, Álvaro Pereira, en cuya presentación estuvieron presentes nuestro
neoliberal minhacienda Mauricio Cárdenas y el frío y distante gerente general
del banco de la República, José Uribe, escuchando a su pontífice.
Pereira y la Ocde, nuestro gobierno y clase dirigente ya tienen carta blanca
para apretarnos más y seguir redistribuyendo la pobreza entre las miseria,
transformando en abismo la brecha entre ricos y pobres: ¡“Palabra sagrada”!
¡“Te alabamos, Ocde”! 22.I.15
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