Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
Con la llegada del cristianismo al mundo, una tradición que venía desde la antigua Grecia de celebrar el Día de la Madre, se la transformó para honrar a María, la madre de Jesús.
Las primeras celebraciones de esta innegable fecha se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendía honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades; posteriormente, los romanos llamaron a esta celebración Hilaria y se celebraba, con la realización de ofrendas, el 15 de marzo de cada anualidad.
El origen contemporáneo de la celebración se remonta a 1865, cuando la poeta y activista Julia Ward Howe, con la participación de madres de familia víctimas de las guerras de secesión, organizó manifestaciones pacíficas y celebraciones religiosas en Boston, lo cual fue trasmitido a Virginia por Ana Jarvis, con reuniones de madres para intercambiar opiniones sobre temas de actualidad.
Después del fallecimiento de Ana Jarvis el 12 de mayo de 1905, su hija Anna, inició una campaña para que la fecha tuviera reconocimiento, la que finalmente se dio en 1914 con la firma de Woodrow Wilson, que como presidente de los Estados Unidos le otorgó carácter oficial.
En Colombia, en 1925, el gobierno de Pedro Nel Ospina, mediante el decreto 748 de 1926, hizo oficial al segundo domingo del mes de mayo como el día de las madres en todo el territorio nacional.
Escribir sobre la mamá resulta una labor enorme. El amor que nos brindan es tan poderoso que se extiende más allá de la misma realidad. Su dedicación es tan auténtica que termina reflejando su legado en nuestra cotidianidad. Su memoria es tan fuerte, que recuerda cada gusto y gesto nuestro, desde la niñez hasta la lejana edad, con precisión innata que desafía la misma precisión física instrumental. Es simplemente un ser completo y ejemplar. Me detengo un momento y pienso, si es que tengo la capacidad de pensar, que la mía es todo en conjunto y algo más.
Consacá, 17 de mayo de 2024
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